Por más que se empeñe la épica/lírica del hombre invisible, la invisibilidad no es un don. Como condición inherente al ser invisible, el entorno acostumbra a escrutarle, inmisericorde, sin mirarle a los ojos un solo instante, mientras él queda ingratamente sorprendido de lo fácil que resulta así pasar desapercibido. El problema surge cuando el ser invisible decide hacerse notar, cual alma en pena, ya sea tirando objetos, moviendo la mesa de guija o soltando soflamas de posverdad.
Cuando ve la luz el acuerdo a tres bandas que cubrirá las pérdidas de explotación del sistema tranviario de Jaén, haciéndolo financieramente gestionable –el 20 por ciento que aportará la Diputación resuelve el estéril ‘tira y afloja’ que sostenían Junta y Ayuntamiento-, la fantasmagórica presencia en el subconsciente colectivo del ex alcalde que “nunca se subiría al tranvía” se diluye hasta fundirse con el éter. Por eso, horas más tarde, el tiempo que tardas en recomponer el gesto, Fernández de Moya, en calidad de invisible en la tragicomedia del tranvía, nos asaltaba con la confirmación de los 26 millones de euros que harán posible, a finales de 2018 (???), el tramo de Grañena a Jaén, el mismo que nos impedía soñar en esta circunscripción con que algún día el AVE dejase de ser considerado animal mitológico. La alta velocidad ferroviaria es una maldita afrenta que históricamente nos aleja de Sevilla, teatro andaluz de operaciones, y nos acerca a Extremadura: ser, formar parte de, el furgón de cola, el culo de España. Pero, como decía, José Enrique, de vuelta, como cada fin de semana, tenía que hacerse notar, aunque fuera repitiendo un buena nueva que, con pelos y señales, oficializó el 23 de septiembre. http://andaluciainformacion.es/wadi-as/702988/se-reanudan-las-obras-del-tramo-granena-jaen-de-alta-velocidad/. En dos meses, dos veces el mismo anuncio. Maldita hemeroteca.
Invisibles, asimismo, son los temporeros inmigrantes que arriban a esta tierra, invariablemente, en noviembre. Nunca se les necesita, repiten las autoridades, pese a que casi todos los que llegan, sea como fuere, terminen encontrando tajo. No quise verte y acabaste en mi cuadrilla. No te necesito y te contrato. De antemano, mal trato. A la postre, no obstante, quienes suelen pagar el pato, de un tiempo a esta parte del proceso de tecnificación del campo, y se quedan incluso sin el jornal de la aceituna, son las mujeres. Invisibilizadas a más no poder en esta Jaén rural.
De cualquier modo, con todos los honores, el invisible mayor de la semana, no podía ser otro que Juan Fernández. Decidió enrocarse ante la dirección regional susanista, que por estos pagos es reyista a efectos prácticos, y mantener su candidatura a la reelección como secretario general del PSOE linarense. Con todo el santoral del aparato confabulado en su contra -San Telmo, San Vicente, San Francisco, San Hurtado…-, Fernández vio cómo su larga lista de delfines –Dani Campos, Pilar Parra, Ana Cobo, Laura Berja, Luis Moya…- se ponía de acuerdo en aras de quitarle de en medio cuanto antes. Dicho y hecho. Ayer, domingo, en el congreso local, al sorprender el sanchismo con una tercera vía, que lideró Alfredo Catalán, Juanito, consciente de su flaqueza, para no ponerse más en evidencia, retiró in extremis su candidatura. ¿Premeditado? ¿Desesperado? Los seguidores del alcalde, así las cosas, bisbiseaban entre corrillos, votarían a Alfredo o lo harían en blanco. El desenlace ya lo conocen. En una agrupación capitidisminuida, de ciento ochenta y pocos militantes, el parlamentario Daniel Campos, ariete del oficialismo, arrasó -101 votos a favor, 26 a Catalán, y 5 en blanco-, convirtiéndose en el nuevo secretario. A partir de la fecha, no cabrán sentimentalismos. Si Juan colabora todavía podría ganarse un premio de consolación. Consolidar al nuevo líder, a cualquier precio. A costa de la cara de circunstancias de Juan Fernández, invisibilidad a ratos, advertida/ganada/sentenciada/asumida, sin ir más lejos, durante la IV Fiesta del Primer Aceite, celebrada casualmente en Linares este fin de semana, y, por supuesto, frente a un sanchismo en Jaén, irreductible en su insignificancia. “Corren vientos frescos por Linares”, aireaban a finales de los noventa los críticos al zarrismo más dados a conspirar desde la mullida inestabilidad de los consistorios que gobernaban. Ahora, recurrente, lo parafrasearon para prejubilar a Juanito. Hasta ayer lo usaba Ferraz para señalar, cada vez que Alfredo Catalán comparecía por la sede central en calidad de miembro del comité federal, que esa tierra hostil al liderazgo de Pedro Sánchez, que es Jaén, empezaría en Linares. Mero ademán. Menos aún del tercio logrado hace unos días por el sanchismo en la capital. El colmo de la invisibilidad.