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La escritura perpetua

Dos filósofos

La obra presenta a un atribulado Rousseau que visita la casa de Voltaire para pedirle ayuda ante unos panfletos injuriosos sobre su persona

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Josep María Flotats es un actor inmenso, lleno de registros, pero, sobre todo, lleno de talento. Ver actuar a Flotats es ver teatro en estado puro. Porque Flotats tiene, además de su dimensión como intérprete, otra dimensión de la que se habla menos: la de hombre de la cultura que promueve la cultura. Flotats ha introducido en España extraordinarias obras del teatro francés que, quizás sin él, no se hubieran conocido nunca aquí. Teatro de ideas. Como el ‘Descartes’ (2009), ‘Serlo o no’ (2016), o esta sublime ‘Voltaire-Rousseau-La disputa’, que se estrenó el pasado jueves en el teatro María Guerrero de Madrid.

Este Voltaire-Rousseau, escrito por Jean-Francois Prévand, es un texto colosal, con frases brillantísimas, muchas sacadas de los libros de ambos filósofos, pero que en el subsuelo, de manera invisible, esconde una sensacional, cuidada y eficaz carpintería teatral. La traducción de Mauro Armiño, veterano crítico teatral, es también magnífica. La obra presenta un diálogo entre Voltaire y Rousseau y, por tanto, dos formas diferentes de ver la sociedad. Fueron dos ilustrados que se admiraban y odiaban al mismo tiempo. Dos hombres cultos, inteligentes y valientes, que se jugaron la vida en defensa de sus ideas frente al absolutismo del rey Luis XV. La acción se desarrolla en 1765. Como ha dicho Pere Ponce, que encarna a Rousseau: “Si Voltaire y Rousseau hubieran tenido Twitter, la Fiscalía hubiera actuado contra ellos”.

La obra contiene frases colosales. Afirma Voltaire: “La política, mi querido amigo, nunca es algo más que la posibilidad ofrecida a gente sin escrúpulo de oprimir a gente sin memoria”. O frases llenas de humor, como cuando Voltaire se refiere a Madame d’Épinay, una dama que frecuentaba los salones de la nobleza de la época: “Precisamente me dijo que era charlatana como todas las mujeres bellas, y que por eso lamentaba no poder decirme nada de nada sobre nadie”.

La obra presenta a un atribulado Rousseau que visita la casa de Voltaire para pedirle ayuda ante unos panfletos injuriosos sobre su persona que se han distribuido en Francia. La interpretación de Flotats y de Pere Ponce es estratosférica. Han acentuado los movimientos de los brazos, los gestos con las manos. Pero sobre todo se dedican a decir de manera magistral el texto. Hay continuas reflexiones sobre el teatro, la literatura y la vida. La Enciclopedia. Rousseau: “El hombre ha nacido bueno, es la sociedad la que lo pervierte”.

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