Mudbound

Publicado: 25/01/2018
La premisa aconsejable es que se disfrute de la obra original antes de ver la versión cinematográfica.
Aunque en rara ocasiones (muy muy raras) la película supera al libro en el que se ha basado el guionista, la premisa aconsejable es que se disfrute de la obra original antes de ver la versión cinematográfica. Pero normalmente nos enteramos de que hay un maravilloso libro detrás de esa película que acabamos de disfrutar cuando nos levantamos remolonamente a oscuras leyendo por encima los títulos de créditos.

No es el caso de Mudbound, la producción con la que Netflix la ha liado en las nominaciones de los Oscars. Así se hacen las cosas. Se llega el último y se lleva uno cuatro nominaciones: guión adaptado de Dee Rees y Virgil Williams, fotografía de Rachel Morrison (primera mujer en optar al Oscar en esta categoría) y la doble nominación para la voz de R&B Mary J. Blige como actriz secundaria y mejor canción . Y digo que no es el caso, porque la editorial Berenice se lanzó a la piscina también apostando por la traducción al español de la novela de Hillary Jordan donde los prejuicios adquieren muchas formas, tanto sutiles como brutales. Es 1946, y Laura McAllan, una mujer de ciudad, trata de criar a sus hijos en la granja del Delta del Misisipi de su marido, lugar que encuentra extraño y aterrador, cuando dos jóvenes regresan de la guerra para trabajar la tierra. El primero, Jamie McAllan, cuñado de Laura, es todo lo que su marido no es; encantador, guapo y atormentado por sus recuerdos de combate. Por su parte, Ronsel Jackson, el hijo mayor de los aparceros negros que viven en la granja McAllan, ha vuelto a casa con el brillo de un héroe de guerra. Pero nada cuenta la valentía demostrada en defensa de su país: es considerado menos que un ser humano en el Sur. Es la improbable amistad de estos compañeros de armas la que conduce esta poderosa historia hasta su inexorable conclusión. Los hombres y mujeres de ambas familias protagonizarán una tragedia en su escala más épica.

Corran, busquen en la librería más próxima un ejemplar de Mudbound y enamórense de esta novela sin reservas ninguna y, después, cuando el 4 de marzo se extienda la alfombra mágicamente roja (como la maravillosa portada de la novela) crucen los dedos para que la dorada estatuilla llegue a las manos que han conseguido convertir en imágenes las páginas de Hillary Jordan.

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