Resulta una indecencia comprobar con la displicencia con la que la número cuatro de la ejecutiva federal del PSOE, Carmen Calvo, despacha el asunto de la presencia en el banquillo de los acusados a cuenta de los ERE de Manuel Chaves. Ni siquiera el hecho de que éste llegara a ser su presidente tanto en su partido como en el Gobierno andaluz le sirve a la que fuera su Consejera de Cultura para matizar su valoración con el caso y lanzar alguna palabra de aliento y reconocimiento para el propio Chaves y ,también, para Jose Antonio Griñán. Nada de complicidad no vaya a ser que salpique el barro a la nueva dirección de los socialistas. Así que tierra de por medio y , como mucho, llamarle “ciudadano” y ahí quedó la cosa. Ni siquiera hace referencia a lo que significó entre la militancia en donde todavía gozan de un gran reconocimiento, le pese a quien le pese.
Tampoco es de extrañar tan injusto comportamiento. Nunca Calvo ha tenido ascendencia dentro de su partido y si prosperó en el ámbito político fue, precisamente, porque el “ciudadano” Chaves se fijó en ella para incorporarla a su equipo e, incluso, para promocionarla como Ministra de Cultura con Zapatero. Vida orgánica, dentro del partido, la verdad, muy poca. Y menos la tendrá, desde luego, a partir de ahora después de comprobar con el desdén con el que se ha pronunciado. Si como se especula por ahí aspira a encabezar la lista para el Parlamento Europeo lo va a tener especialmente difícil para conseguir los máximos apoyos en su tierra en donde Chaves y Griñán siguen contando con el respeto de los ciudadanos en general y, en particular, de la propia militancia socialista. Es una indecencia, también, observar como el mismo secretario general, Pedro Sánchez, tampoco tiene un mínimo gesto hacia estas dos figuras políticas. Limitarse a decir poco menos que espera que tengan un buen abogado, una buena defensa, no es precisamente lo más adecuado que podría afirmar.Siempre hay margen para condenar la corrupción y, al mismo tiempo, expresar su confianza en la inocencia de ambos. Esa pacata forma de eludir cualquier palabra que le pudiera comprometer les habrán sonado a rayos en el momento en el que ambos ex dirigentes están sometidos a la difícil circunstancia de sentarse frente al tribunal que les juzga.
Indecente es, igualmente, el silencio cómplice del resto de andaluces integrantes de dicha ejecutiva que saben a la perfección de la honestidad de Chaves y Griñán. Habrán ganado las primarias en el seno de su partido pero eso no les da carta blanca para actuar cobardemente, sin alma ni corazón, todo en favor del gran líder y la nueva forma de hacer política. Sí, indecentes y desagradecidos.