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Andalucía

La transición a la economía verde

El resultado del debate entre naturaleza y desarrollo parece confluir en la economía ecológica o verde. Ahora hay que implantarla y adaptar las estructuras productivas a la filosofía de la sostenibilidad económica y medioambiental.

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  • Uno de los cementerios de residuos de El Cabril, la otra cara de la moneda de la economía. -
El binomio naturaleza y desarrollo se está convirtiendo en la base de una nueva economía que busca la sostenibilidad pero también la riqueza. De hecho, el profesor de Economía Aplicada e investigador en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona Vicent Alcántara defendía la pasada semana en Córdoba que la economía ecológica no implica una vuelta al conservadurismo ni a la “sociedad de los años 50”, sino la búsqueda de la combinación entre economía y medio ambiente para luchar por la perduración de nuestra especie. No era el único, desde la Junta se defiende la oportunidad que ofrece la actual crisis para migrar a este nuevo modelo de economía.

El seminario internacional de Prensa y Medio Ambiente celebrado en Córdoba ha dejado varias conclusiones de futuro sobre el nuevo modelo económico que parece implantarse en una sociedad cada vez más consciente de la incidencia que el hombre posee sobre nuestro entorno. Así, defendiendo esa economía ecológica, Vicent Alcántara apuntaba que el paso a este nuevo modelo de desarrollo es imposible “si no se producen cambios estructurales de poder, derivados de los cambios políticos y legales”.

El investigador insistía en los denominados “cánones ecológicos” o los aumentos en los gravámenes impositivos sobre los combustibles fósiles para reducir el consumo. “Son insuficientes porque el transporte de mercancías, que en España no tiene tradición para realizarse con ferrocarriles, presenta una demanda de combustible rígida, que no se reduce con un aumento de los impuestos”, apuntaba.

Según este investigador, “debemos asumir que nuestro sistema económico depende de la biosfera y de los recursos de la naturaleza para sobrevivir”, y hay que “buscar un desarrollo compatible, que no implica dejar de avanzar ni de producir”. Alcántara afirmó que una economía ecológica es posible porque no implica necesariamente un aumento de los costes.

Sobre el panorama energético, Alcántara señaló que es necesario un cambio obligatorio debido al agotamiento de los recursos energéticos que hemos utilizado hasta el momento.

“España no necesita sólo un debate sobre la energía nuclear, necesita abrir un debate sobre la energía, porque en este país no se ha cumplido ninguno de los planes energéticos que se han presentado”, apuntó, invitando a realizar un estudio para explicar por qué a partir de 1999 el crecimiento del consumo energético ha sido superior al crecimiento de la producción.

Aprovechar para migrar
Con un planteamiento muy similar, la directora general de Desarrollo Sostenible de la Consejería de Medio Ambiente, Esperanza Perea, consideró, en el marco de estas jornadas, que la actual crisis es una oportunidad para modificar el modelo económico y “migrar hacia una economía ecológica”.

Perea aseguró que la actual coyuntura económica es un buen momento para propiciar que la ecología y el cuidado por el medio ambiente se coloque en el centro de la economía de la región, pues ha afirmado que la conservación y la recuperación del entorno puede generar puestos de trabajo.

El reciclaje, las energías renovables o la conservación de las especies y los paisajes naturales son algunos de los aspectos medioambientales que pueden usarse en Andalucía para generar riqueza y puestos de trabajo, además de favorecer el entorno.

A lo largo del seminario también se abordaron problemas medioambientales que se encuentran en el centro del debate sobre el cambio climático, como es el caso de la situación de los océanos. En este sentido, el presidente de la Sociedad Americana de Oceanografía y Limnología, Carlos Duarte, aseguraba que los océanos no están agonizando, “ya que no se están quedando sin vida”, a pesar de que en la actualidad se protege sólo el 0,1 por ciento de la superficie oceánica total.

Aunque Duarte considera que los océanos no están en una situación de agonía, sí cree absolutamente necesario que gocen de una mayor protección ya que, por ejemplo, la superficie terrestre protegida asciende al 10 por ciento.

Así, indicó que el cambio climático podría conllevar una reducción del oxígeno en las aguas oceánicas, lo que supondría la pérdida de muchas especies marinas y la proliferación de medusas, ya que éstas poseen una mayor capacidad de resistencia.

Destacó además la importancia de los océanos, no sólo desde el punto de vista biológico “como creadores de vida”, sino también desde el económico, alimenticio y medioambiental.

También señaló que existen obstáculos para su investigación, conservación y conocimiento, como las lagunas en la regulación y la gobernación de las aguas internacionales, que suponen el 90% de la superficie oceánica, así como el dominio que muy poco países poseen de las herramientas para acceder a aguas más profundas.

Así, indicó que, aunque la voluntad de las Naciones Unidas es firmar un acuerdo para gestionar “esta cuna de la vida”, países como EEUU no han ratificado este marco legal, produciéndose así un vacío de regulación de la pesca, que se aprecia especialmente en lugares como las costas de Somalia.

Enresa
La otra cara de la moneda, la gestión de los residuos
Mientras se diseña esa economía ecológica, la realidad del sistema productivo actual llama a la puerta y nos recuerda que una parte importante de la sostenibilidad del sistema está en la gestión de los residuos, más si son radiactivos. Así, en el marco de las mismas jornadas, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) informaba de que el almacén de residuos radiactivos de baja y media actividad que gestiona en El Cabril ha recibido hasta agosto 1.100 metros cúbicos de residuos, con lo que está a más del 58% de su capacidad.

El director del almacén centralizado, Carlos Pérez, informaba a Efe de que un total de 700 metros cúbicos corresponden a residuos radiactivos de medio o baja actividad, lo que supone que las celdas de almacenamiento de este tipo de material están al 57% de su nivel.

Añadió que El Cabril ha acumulado además en lo que va de año un total de 400 metros cúbicos de residuos radiactivos de muy baja actividad, por lo que estas celdas se encuentran tan solo al 0,1% de su ocupación.
El director de El Cabril destacó que el pasado ejercicio ha supuesto “dos grandes hitos en la instalación”, ya que por un lado, se ha producido el cambio de almacenamiento de la plataforma norte a la sur tras 16 años y, por otro, se ha iniciado el almacenamiento de residuos radiactivos de muy baja actividad en su estructura específica.

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