La vida en sí es una meta. Los retos dibujan la existencia, y cuando estos toman forma de superación, esfuerzo y gesta deportiva, la vida toma un cariz heróico sólo al alcance de algunos elegidos.
Uno de ellos es José Luis Orta, abogado onubense que el pasado miércoles, 30 de septiembre, cumplió el objetivo, tan fácil de contar como difícil de lograr, de cruzar nadando el Estrecho de Gibraltar.
Si ya la gesta parece inalcanzable, las circunstancias en la que surge el propósito de Orta, la hace todavía más legendaria. Y es que en noviembre de de 2007, José Luis se vio obligado a someterse a una operación de espalda en la que asumía un riesgo del 24% de acabar en una silla de ruedas. Eso, por fortuna, no ocurrió, pero tuvo que sellarse tres vértebras y convivir con tres clavos de titanio de 15 centímetros. Dos días antes de ser operado, estando en Tarifa con su pareja, “nos acercamos por curiosidad al puerto y cuando contemplé desde las murallas esa vista, cuando vi África como sólo se ve desde allí, nació la idea de cruzar nadando el estrecho”. Así, una vez superada con éxito la operación, José Luis comenzó con los trámites tanto burocráticos como deportivos para dar forma a su gesta. “Nunca pensé que fuera tan complicado que me dejaran intentar cruzar el estrecho de Gibraltar. Capitanía Marítima, las autoridades marroquíes, permisos, y sobre todo el levante que se instaló este verano prolongaban agónicamente la espera”. Pero él estaba preparado, y para ello, desde septiembre de 2008, comenzó a nadar un día sí y otro no, acumulando 700 kilómetros de nado con los que fue ganando confianza para conseguir su desafío.
Y llegó el gran día. 30 de septiembre de 2009. Origen, Tarifa. Destino, el puerto de Tánger de Punta Cires. Distancia, 18 kilómetros, que se dice pronto. Traje de neopreno, mp3 y la voluntad del héroe como compañeros de viaje. “Estaba como dentro de una botella, no tenía oxígeno y sólo llevaba unos 30 metros. Me acordé de mi gurú, Carlos y por poco no me pongo a hacer yoga con los pulgares levantados. Repasé el manual de ‘cómo no ahogarse en el estrecho’ y tiré p´alante. Sonaban The Beatles y su ‘Let it be’ y pensé que debía ser más que suficiente”. Un barco de referencia y una zodiac pegados a él, comida para no desfallecer, y nadar, nadar y nadar. Nadie dijo que fuera a ser fácil, y para que una acción se convierta en hazaña, los caprichos de la naturaleza tienen mucho que decir. Sólo quedaban 400 metros para tocar tierra, y apareció el temporal. “Me quería morir, después de más de 15.000 brazadas y 18 Km no podía con el mar. Apreté los dientes y seguí nadando, sólo un pensamiento, había que llegar. Sinceramente pensé que todo estaba perdido, pero a las 5 horas y 12 minutos toqué tierra”. Y con ella, José Luis Orta tocó el sueño del reto conseguido, y se demostró a sí mismo, y a todos los que hemos conocido su historia, que en esta vida de sombras y luces querer es poder, poder es desear y desear es el camino más corto para que la vida se acerque a eso tan extraño y maravilloso que llaman felicidad. Enhorabuena.