Decía Canetti que “el secreto está en el núcleo más interno del poder”. Parece de guerra sucia de Hollywood. Pero la aventura es en España, con guión del ministerio del Interior. Tendrá un recorrido judicial que dará titulares de gloria al periodismo. Los detalles se están conociendo por los medios, procedentes de un sumario judicial “secreto” o desde “fuentes desconocidas” de los fondos reservados. El periodismo de investigación sabrá tapar a sus informantes por el bien de la opinión pública y para el mal de los encubridores.
El escándalo ya lleva un tiempo en la Audiencia Nacional y varios magistrados instruyen distintas causas -Villarejo, campañas trucadas de Madrid, financiación de la caja b del PP y otras- y los jueces irán pidiendo datos a las autoridades y organismos que manejan fondos reservados que pudieran haber sido utilizados para tapar las vergüenzas del PP. Lo más relevante obviamente son los “papeles de Bárcenas”. A ponerlos a buen recaudo se dedicó una parte de la policía, dirigida desde la secretaría de Estado de Inseguridad - no cabe denominarla de otra manera-. Arrebatárselos a Bárcenas y su mujer era el objetivo del hampa oficial. Utilizaron el soborno del chofer de la familia Bárcenas, lo compraron y premiaron convirtiéndolo en policía y finalmente optaron por el procedimiento mafioso -sin haberse estrenado aun El Irlandés de Martin Scorsese, pero con la lección aprendida de El Padrino - de contratar a un falso cura que entró con sotana y pistola en ristre en casa de los Bárcenas para “distraer” todo lo que pudiera comprometer al PP. Era la misma tarea que el chofer tenía encomendada en los trasteros alquilados por Bárcenas. Como la chapuza es norma de la casa lo hicieron tan mal que todo se está sabiendo con el paso de poco tiempo. El olvido y el mutismo -ensayados por Rajoy ante otro tribunal- será lo habitual, pero alguno ha roto la cadena de silencio.
El Gobierno de Rajoy gastó -según la SER- medio millón de euros de los fondos reservados entre sobornos, compra de voluntades y presuntos pagos a los mas altos mandos policiales entre 2013 y 2015 para borrar pruebas. La operación era abyectamente secreta. “La opacidad del poder es la negación de la democracia” sentenció Bobbio y repugna porque era para tapar ingresos ilícitos para el partido y sus dirigentes.
