El obispo diocesano, Antonio Ceballos Atienza, cerrará el domingo el proceso diocesano de canonización de la hermana Cristina de Jesús Sacramentado, que hace más de tres años impulsó la hermandad de la Misericordia y que tuvo su apertura el 24 de julio de 2005, con una ceremonia celebrada en la iglesia del Carmen y donde quedó constituido el tribunal de la causa.
La parroquia de Nuestra Señora del Carmen será de nuevo el escenario de esta ceremonia en honor de la monja carmelita, natural de Sevilla e Hija Adoptiva de San Fernando desde 1997. El Ayuntamiento de entonces, presidido por Antonio Moreno le otorgó el título en atención a la preocupación por las demandas de los isleños que consideraba como propias.
Está previsto que la ceremonia comience a las seis de la tarde con la presencia del tribunal eclesiástico que ha venido estudiando el caso de la hermana carmelita y tomando testimonio a los distintos testigos que han puesto de manifiesto la fama de santidad que acompaña a la Sierva de Dios.
Si el tribunal dictamina a favor de la causa que defiende el cumplimiento de las virtudes y fama de santidad de la sierva de Dios, la hermana Cristina, los documentos hasta ahora recopilados a nivel diocesano serán lacrados y remitidos a Roma, donde intervendrá la Congregación para la Causa de los Santos.
Un grupo de cardenales realizará un estudio más pormenorizado para descubrir que la carmelita vivió en caridad cristiana de forma heroica y vivió las virtudes cristianas, tanto las teologales como las cardinales. Si en el proceso apostólico se dictamina que la sierva de Dios practicó las virtudes cristianas en grado heroico o que murió como mártir, se le otorga entonces el título de venerable. El camino hasta la beatificación debe pasar por un proceso donde se analicen los milagros atribuidos. Por tanto, el proceso diocesano finaliza el domingo tras algo más de tres años de instrucción, quedando por delante otro buen número de años en Roma, donde un postulador deberá hacerse cargo de la causa. Este proceso de canonización fue impulsado por la hermandad sacramental de la Misericordia, que llegó a firmar una carta de hermandad con el convento de clausura de la Ardila.
Una vida de clausura
La hermana Cristina entró el 24 de enero de 1921 como monja de clausura carmelita, en el convento de Ojigares, en Granada. En agosto de ese año tomó el hábito. Sin embargo, el destino la uniría a San Fernando en octubre de 1946, cuando llegó al convento de la Ardila como una de las fundadoras.
En el convento isleño pasó 34 años de su vida y hasta el mismo iban muchos isleños para pedir, a sabiendas de la fama de santidad que acompañaba a la monja.
Se confía en que la comunidad de Carmelitas Descalzas obtenga licencia para poder salir del convento y acudir a la ceremonia de clausura, como hicieron en la apertura, a la que también acudieron otras carmelitas descalzas de Cádiz o Sanlúcar de Barrameda. Todo apunta a que las monjas estarán presentes en una ceremonia muy esperada tras tres largos años de trabajo y de citaciones por parte del tribunal formado a nivel diocesano.