¿Estilo de vida “tranquilo”? ¿qué quieren decir los señores de la UEFA, a ver? ¿qué significa eso? ¿cómo quieren que vivamos en el paraíso, con prisas? No sé si escribir o echarme una buena siesta. ¿El vino de naranja? ¿que bailamos por las calles? ¿las croquetas, el salmorejo? ¿Y eso es lo que la UEFA tiene que destacar de la ciudad de Sevilla? ¿el flamenco para guiris, el tapeo nocturno?
Por cierto, somos la única ciudad del dichoso catálogo para el que no han podido elegir siquiera un monumento debido a la aplastante oferta patrimonial -insuperable con respecto al resto de sedes- de la que goza Sevilla. Por Dios bendito, que tenían ustedes delante una urbe fundamental para entender el desarrollo universal del continente con vestigios lo suficientemente visibles de varias culturas para elegir una fotografía a destacar a modo de monumento emblemático. Hasta los niños más pequeños de esta tierra pueden darles alguna pista.
Cuentan que los horarios de nuestras tiendas son más amplios en su duración diaria que la media habitual en Europa. Pues claro, ¿qué esperaban de la ciudad de la luz, de la madre del sol, del territorio callejero más hermoso del continente? Por cierto, ¿nadie va a pensar que si los comercios se abren más horas de las habituales será porque hay personas trabajando más horas de las debidas?
La UEFA se ha echado a dormir en la ejecución de un catálogo en el que Sevilla sale mal parada, impregnada de una caspa vulgar y un surtido de tópicos que navega en el charco de las banalidades. No, Sevilla no es la ciudad que estos caballeros invitan a conocer en ese catálogo -cutre en grado sumo, la verdad- que invita al mundo a bailar por las calles, dormir y beber. Señores de la UEFA, en esta ciudad se trabaja con denuedo y esfuerzo continuo, se sonríe y se ama, se sueña, se levantan proyectos y se custodia el patrimonio, se ama, se canta, se sufre y se vive, como en todos los rincones del mundo. Con una diferencia, el nuestro es mucho más hermoso.
Por lo menos aquí dormimos después de comer para paliar las horas de temperatura elevada que nos obliga desde tiempos pretéritos a escondernos del sol. Aquí nos echamos la siesta para descansar porque trabajamos muy intensamente. Aquí, en Sevilla, pegamos una cabezadita porque hemos dividido el día en dos partes casi iguales al objeto de sacarle más rendimiento a nuestra ciudad y a nuestras vidas.
Hay quien se duerme porque acaba de ponerse hasta las manillas de tinto y comilona -pagados por el prójimo- a costa de representar a la UEFA en una ciudad que, por cierto, entiende tela de títulos UEFA, de trofeos. Y esas son las únicas copas que deberían ustedes levantar antes de permitir algunos catálogos cutres. Váyanse a dormirla.