El domingo escuché al presidente del gobierno decir que la crisis que nos espera es como la del 29, como la Gran Depresión. Me salió un “Ojú” como el de los Chanclas cuando dicen lo lejos que esta el Japón.
Este señor ha dicho: a mi no me cogen con que yo no lo advertí, con que maquillé la situación.Dentro de unos meses manifestará, la dije con todas las letras, la advertí como las madres de todas las crisis. Y eso que mientras estemos vivos, la madre de todas las crisis estará siempre por llegar y yo prefiero no sentarme a esperarla.
Los buitres de la ultraderecha ya nos llenaron de ataúdes La Gran Vía de Madrid. No me da para imaginar el futurón que nos programan y del que, según ellos, sólo podremos salir: odiando a los inmigrantes que están recogiendo fruta o esquilando ovejas, que son muy delicadas y no pueden esperar al verano.
Todo esto es cuestión de política. Los alcaldes no giran el culo sin que un interventor lo haya autorizado antes. Son signos de los tiempos.
Los que escuchamos podemos omitir la economía y saltarnos a cuándo y cómo van a salir los niños. Porque la tele del miedo emite todo el día. El horror entró con dientes de cuchillo en las residencias de ancianos y las dejaron despobladitas. La lista de los muertos ha engordado cada día. Ganamos en número de personal sanitario contagiado.
Desde el otro lado del Atlántico, el que nombraron presidente, saca los dientes contra China culpándola de la pandemia. Lo más útil es siempre encontrar a quien, en este caso, literalmente “echarle el muerto”.
Luego estamos nosotros, los de delante de la pantalla. ¿Qué tenemos que hacer nosotros? Salir corriendo hasta el super porque más allá va tras de ti un municipal con la multa preparada. Hacernos los muertos, vigilando al gato, hasta que las pelusas, esas que no se saben de dónde salen, nos cubran y hagan de nosotros muñecos grises. Y es que eso es lo que tiene el miedo o te hace correr o te paraliza. Lo vemos en las películas de terror. También puedes respirarlo de a poquito y convertirlo en una angustia que te cierra los pulmones. Son opciones, pero la de ir viviendo a mí me parece la más útil y la que hace que gastes menos en ansiolíticos.