Barbate

Querido paciente... Confíe en nosotros

Aunque no es habitual, pero desgraciadamente tampoco excepcional, algunos pacientes no aceptan ninguna terapia, desestimando la posibilidad de mejorar su salud

Publicado: 12/10/2024 ·
10:04
· Actualizado: 12/10/2024 · 18:26
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  • Un profesional médico. -

En otros tiempos, la relación de los profesionales sanitarios con los pacientes era muy distinta a la actual. Hace años, el médico mantenía una actitud muy paternalista con los enfermos, y aunque decidía en cada caso lo que creía mejor para ellos, se generaba de forma inherente una excesiva relación de dependencia y sumisión. El doctor decidía... y el paciente... otorgaba, sin cuestionar nada o casi nada.

Actualmente, el vínculo de la relación es bidireccional, y se da una mayor relevancia al "principio de autonomía del paciente", dándole la importancia necesaria a su capacidad de decidir libremente sobre los temas relativos a su salud. Para ello, es necesario que pueda disponer de una completa información respecto a los estudios que es preciso realizarle, el pronóstico y los posibles tratamientos.

Es aquí donde una batalla psicológica, un pulso entre lo que el médico debe y puede hacer, entra en conflicto. Aunque no es habitual, pero desgraciadamente tampoco excepcional, algunos pacientes no aceptan ninguna terapia, desestimando la posibilidad de mejorar su salud. Esta circunstancia es más dramática aún, si cabe, cuando el tratamiento podría ser curativo o, al menos, frenar la evolución negativa de su enfermedad.

Es en ese momento cuando, desde el otro lado de la mesa, los médicos debemos ser empáticos e intentar ponernos en la piel del paciente para entender por qué toma esa decisión. Es evidente que no sería ético no respetar su opinión y aceptar su parecer, pero sí podemos y debemos hacer que cuestione los argumentos y pensamientos que lo llevan a desestimar la ayuda.

Habitualmente, el miedo, la incertidumbre y el rechazo hacia la propia enfermedad son las principales razones para mantener una postura inflexible. En este sentido, lo más razonable es dar tiempo y espacio al enfermo para que pueda gestionar sus emociones y resolver sus dudas unos días después, con toda la información que necesite. Hacerle comprender que estamos de su lado, mostrarnos cercanos, y brindar la confianza y tranquilidad necesarias para que el enfermo pueda verbalizar y compartir sus temores.

Es el miedo y la desconfianza lo que pone distancia entre médicos y pacientes. La información, la sinceridad y la cercanía son las mejores herramientas para desmontar los prejuicios y las incógnitas que generan ese bloqueo. Es necesario implicarse científica y emocionalmente, y mostrar con franqueza al paciente nuestras propias dudas, pero también nuestro apoyo y compromiso.

Aunque quizás sea más cómodo y fácil cargar al paciente con el peso y las consecuencias de sus decisiones, los sanitarios no debemos olvidarnos del privilegio y la responsabilidad que supone poder ayudar a los demás, motivo por el cual la mayoría de mis compañeros y yo mismo estamos, cada mañana de consulta y cada noche de guardia, en el lugar que nos corresponde.

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