Cádiz

“Tengo los pechos mutilados a causa de los implantes”

Cristina Boy, indemnizada por el cáncer sufrida por las prótesis de Allergan, lamenta “la cantidad ridícula” porque aún debe hacer frente a costosas operaciones

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiAndaluc�a Informaci�n
Publicidad Ai
  • Cristina Boy muestra la tarjeta de sus implantes donde se ve que pertenecen a la marca Allergan. -

La sentencia del Juzgado de Primera instancia número 6 de Cádiz que ha condenado a la compañía Allergan, fabricante de prótesis de mama texturizadas, a indemnizar a una joven gaditana con 38.120 euros tras sufrir un cáncer por llevar una de ellas, no deja contenta a la afectada. Cristina Boy, de 33 años, vecina de Puerto Real, admite que “la sensación es agridulce”. Si bien se siente satisfecha por derrotar a la empresa pese a que su propio cirujano le desaconsejó ir a la batalla judicial, considera que el importe que recibirá “es una cantidad ridícula”.

Por un lado, sostiene que ha invertido ya en torno a 15.000 euros, tanto en tratamiento médico como en el litigio. Por otro, lamenta que con la indemnización “no tiene ni para curarme del todo ni para la reconstrucción de mis pechos mutilados a causa de los implantes”.

Boy muestra un presupuesto que suma otros 15.000 euros para “limpiar de restos de cápsula y prótesis rota adherida a mi mama”, para llevar a cabo cirugía que iguale ambos senos y, finalmente, un tratamiento para tratar de eliminar la cicatriz porque la intervención es seria y deja, de entrada, una profunda marca, “desde el pezón para arriba”, aclara.

“No es un capricho”, añade, sino un paso muy importante para tratar de recuperar la salud física y la mental, porque sufre el temor de que en una de las visitas trimestrales al hematólogo vuelva a escuchar que se ha reproducido el linfoma y padece inseguridad y una baja autoestima que la bloquea.

“Llevo dos años sin trabajar”, agrega. Sus padres le echan una mano para hacer frente a los gastos derivados del pleito y también para sostenerla después de los tormentos padecidos a raíz del implante. “Perdí diez kilos de golpe, en enero de 2020, han tenido que operarme después del confinamiento porque no me podían extraer líquido por la aparición de tabiques de coagulación y la pesadilla no ha terminado”, añade. Y la pesadilla no ha terminado aún.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN