Un tercio de los alumnos españoles de 15 años, los repetidores, sufre “alto riesgo de padecer exclusión social”, según alerta el último informe del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) de la OCDE a la vista de los “reiterados” malos rendimientos académicos de estos escolares.
El número elevado y las puntuaciones bajas de los estudiantes retrasados es lo que afecta “más negativamente” a los resultados de España en el informe PISA y también influyen, aunque de manera diversa, el ambiente escolar, la autonomía de los centros, las circunstancias familiares o el origen inmigrante del alumnado.
El 36 por ciento de los 25.000 españoles que efectuaron las pruebas de PISA 2009 eran repetidores: un 10 por ciento cursaba segundo de Educación Secundaria Obligatoria (habían repetido hasta dos veces consecutivas) y un 26 por ciento estudiaba tercero (una vez).
El resto estaba matriculado en el curso que corresponde en teoría a la edad de 15 años (cuarto de ESO).
Estos últimos obtuvieron 518 puntos en comprensión lectora, materia principal de PISA 2009, con una diferencia de 147 y 83, respectivamente, sobre los de segundo de ESO (371) y los de tercero (435).
Esos 518 puntos están por encima de la media española (481), del promedio de la OCDE (493), de Países Bajos (508), Alemania (497) o Reino Unido (494), todos con “escaso número de repetidores”, y cerca de Japón (520).
Finlandia, con un 5 por ciento de repetidores, logró 536 puntos.
Los españoles que habían repetido dos veces obtuvieron en PISA 2009 un rendimiento de 1 (“insuficiente”) en un escala de seis niveles; y los que llevaban retraso de un curso alcanzaron la parte baja del 2 (“aprobado”).
En total, un 20 por ciento de los alumnos españoles participantes obtuvieron puntuaciones de nivel 1, igual al promedio de la OCDE.
La preparación de quienes no superan este nivel es insatisfactoria para proseguir la formación posterior e incorporarse a la vida laboral y social con garantías.
“Muchos” de los que han repetido están a punto de dejar la enseñanza básica sin el título de graduado en ESO, así que pasarán al “dramático” grupo de los que abandonan la formación tempranamente, según advierte el informe español de PISA 2009, elaborado por el Instituto de Evaluación, dependiente del Ministerio de Educación.
En conclusión: el sistema educativo español, de características “similiares” en todo el país, funciona muy bien con dos tercios de los estudiantes, los más aventajados, pero “deja atrás” a la otra parte, cuyos resultados son, comparativamente, “decepcionantes”. No se toman medidas eficaces para mejorar sus resultados.
Por ello, es “urgente” remediarlo si se quiere mejorar los resultados.
Otro aspecto con diferencias entre alumnos, aunque menos marcadas, es la condición de inmigrante, ya que los españoles lograron 56 puntos más de media que los de origen extranjero: 488 frente a 432.
La distancia entre ambos grupos es menor en el conjunto de la OCDE (43 puntos), con una proporción de
inmigrantes prácticamente igual que la española (10 por ciento).
Con un 24 por ciento de inmigrantes, Canadá logró unos resultados medios para el conjunto de todos sus alumnos de 524 puntos.
El 31 por ciento de todos los escolares españoles en PISA estudiaba en centros privados.
Sus resultados fueron 37 puntos superiores a los matriculados en públicos, lo que puede explicarse por “la influencia del nivel socioeconómico y cultural de sus familias”, dice el informe español.
Las diferencias de los resultados cuando se considera el nivel de estudios de los padres llegan a casi 100 puntos en España, aunque menos que en la OCDE (120).
Sin embargo, los españoles de niveles socio-económicos más modestos consiguen mejores resultados que la media de la OCDE.
El “clima disciplinar” del aula, medido en una escala de cuatro niveles, es otro de los elementos que PISA analiza, en el sentido de interrupciones de la marcha normal de las clases.
El rendimiento de los escolarizados en colegios con una disciplina menor fue de 465 puntos (477 en la OCDE) y de 494 donde era mayor (515 en la OCDE).
El estudio realizado por PISA también concluye que una mayor autonomía de los centros mejora los resultados educativos, pero constata que los directores españoles tienen menos que sus colegas de la OCDE en contratación y despido de profesores y en normas disciplinarias, de evaluación y admisión de alumnos.
En el caso de la pedagogía, sólo el 18 por ciento de los directores españoles responde que tiene autonomía para “adaptar” los contenidos curriculares oficiales al proyecto educativo de centro, mientras que son el 29 por ciento de media en la OCDE.