La Pasión

¡Coge mi mano!

Ha sido un grito de libertad, un puente que ha unido nostalgias, un camino sembrado de cosas de Sevilla, una puerta abierta, una ventana por la que respirar incienso, un abrazo a la fe, una apuesta que parecía disparatada y se convirtió en punto de encuentro de todos los cofrades. Ha sido una bendita locura, […]

Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad Ai

Ha sido un grito de libertad, un puente que ha unido nostalgias, un camino sembrado de cosas de Sevilla, una puerta abierta, una ventana por la que respirar incienso, un abrazo a la fe, una apuesta que parecía disparatada y se convirtió en punto de encuentro de todos los cofrades. Ha sido una bendita locura, una común unión de los telespectadores que se pegaron a la televisión para vivir la Semana Santa con la esperanza de no llorar en exceso. Ha sido el yodo en la herida de la Cuaresma, la venda en los navajazos del destino. ¡Coge mi mano! ha unido a desconocidos y ha cosido, con hilos de cofradías y respeto a los siglos, la historia de un periodo vital para la ciudad que será recordado a los largo del tiempo.

Ya todo ha pasado. Ha pasado a la historia reciente del maravilloso y complicado universo de la televisión local. Hemos dejado los récords y las horas en el pasillo de una travesía compleja y dura, con tantas aristas que nos vamos con los corazones lesionados de tanto sentir, de tanta entrega. Ahora, con la vista puesta en los raíles que acabamos de visitar, necesito detener la maquinaria y mirar tranquilo al vagón de un equipo de profesionales que ha dado la cara, que ha echado toneladas de carbón de sacrificio, que ha dicho sí a una apuesta por la que era difícil apostar.

Compañeros como Manuel, Ana, José Manuel, Tito, Víctor, Fran, Marcelo, Joan, Josema, Valentín, Laura, Javier, Pedro, Moisés, Carlota, Ana y Sara han formado un equipo que, con la bandera siempre enarbolada de la confianza en un proyecto diferente, han empujado desde sus puestos para que Sevilla –cogida de la mano- no se quedara sin Semana Santa o viviera al menos una experiencia positiva llamada a ofrecer calma, armonía y buena compaña.

Especialmente luminosa ha sido la participación de Edu, que se ha enfrentado –será buen periodista- al abismo de una circunstancia informativa histórica, cruel por momentos, salvando con nota muy alta un examen que sólo pueden aprobar quienes llevan la ilusión por comunicar cabalgando por sus arterias. Para él, con permiso del colectivo, mi diez rotundo. Por su valentía, por su seriedad, por su emoción, por su respeto, y por asumir que  la bendita profesión que ha elegido consiste precisamente en lo que ha hecho, informar, transmitir, comunicar. No olvidaré jamás su testimonio de amor al periodismo subido a un majestuoso puente de Triana que sostuvo en ese preciso momento toda una declaración formal de fidelidad.

Nuestras manos siguen ahora tendidas y abiertas a Sevilla, agradecidas siempre a unos clientes que dieron la cara por una aventura que ha salido bien, y esperando que quien lo necesite se pueda agarrar a ellas. Por la televisión. Por Sevilla.

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN