Córdoba

Irina y Sasha, su abrazo de esperanza alejados de la guerra

Tras una visita a su hijo de 13 años, refugiado en Córdoba, la ucraniana regresa a una vida entre bombas

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  • Irina y Sasha. -

Hace una semana, el joven refugiado ucraniano Oleksandr "Sasha" de 13 años recibió el regalo de su vida al reencontrarse en Córdoba con su madre tras meses separados por la guerra. Ahora, Irina Palamarchuk regresa a una vida entre bombas pero con la fuerza moral de ver cómo su hijo pequeño tiene garantizado lo esencial para una vida normal, la "seguridad" y la "educación".

El abrazo de Irina con Sasha, que no se esperaba tal sorpresa tras jugar un partido de fútbol con el infantil de Club Deportivo Juanin y Diego de Córdoba, que se hizo viral en las redes sociales al instante, fue un momento "muy feliz" tras un viaje "duro" de tres días en autobús desde Brovary, en las inmediaciones de Kiev (Ucrania), hasta la capital cordobesa.



Así lo relata Irina a EFE y asegura que desde el inicio de la guerra tuvo claro que, a pesar de ser una "decisión difícil", decidió enviar a su pequeño con su familia en Córdoba, donde vive junto a su tía y su prima Darina, que hace de intérprete ante la gran atracción mediática generada.

4.000 KILÓMETROS Y TRES DÍAS DE VIAJE EN BUS

Han sido "muchísimos meses" sin ver a su hijo y "solo se puede sentir felicidad", asegura Irina, aunque reconoce que los más de 4.000 kilómetros de viaje y tres días en autobús fueron "bastante duros".

"La posibilidad del avión no estaba y la del autobús era la más segura ahora mismo, pero eran más las ganas de ver a mi hijo que solo pensaba en el momento de llegar", cuenta emocionada esta madre, que tuvo que salir de Kiev a través de Polonia y recorrer Alemania y Francia hasta llegar al sur de España.

Durante toda una semana la vida de Irina y Sasha ha sido "un sueño en comparación con lo que se vive en Ucrania" y estos días "son un alivio" junto a su hijo.

Tanto el padre de Sasha como su hermano mayor de edad no han podido salir de Ucrania ante la posibilidad de ser llamados a filas, mientras que Irina cuenta con un permiso temporal que ya acabó y debe emprender camino de regreso a una vida entre bombas.

LA VIDA DE UN NIÑO NORMAL

"Le echo muchísimo de menos, pero lo que prima es su seguridad y verle feliz, seguro y haciendo lo que en Ucrania no puede hacer, que es estudiar, jugar al fútbol y vivir la vida de un niño normal", apostilla Irina con lágrimas en los ojos.

El entrenador de Sasha le vacila y le insta a "dejar las fotos" y "correr un poco" y él se aleja de su madre al grito de "musho Betis", para entrenar en el club de fútbol que le hace olvidar cualquier atisbo de guerra y donde es "muy querido", según subraya a EFE Inma, secretaria del Club Deportivo Juanin y Diego, uno de los más antiguos del fútbol base de Córdoba.

"Sasha es un encanto y se ha adaptado perfectamente", asegura Inma, que reconoce que cuando el joven se encontró con su madre tras seis meses "fue un momento único, increíble, muy emocionante para todos, no solo para él", a quien su propia familia le ocultó la sorpresa durante semanas.

CÓRDOBA EN EL CORAZÓN

Aunque ya está de regreso a Kiev, antes de partir Irina agradece las muestras de cariño, que devuelve con la mano en el pecho asegurando que "lleva a Córdoba en corazón", y parte de ella se queda en el sur de España junto a su hijo, su sobrina, su cuñada y la abuela de Sasha, que vive en Navarra.

"Ahora mismo Córdoba es el mejor lugar del mundo y a Sasha le encanta", concluye Irina para seguir contemplando a su hijo y apurar las últimas horas con él a la espera de que el encuentro de repita de uevo cuanto antes. 

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