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Casa Mambré es uno de esos proyectos que, a priori, parecen alejados de los focos, trabajando sin hacer mucho ruido, pero de manera constante en algo que recuerda un poco a ese mantra de los superhéroes, que no hacen el bien por el reconocimiento, sino porque hay que hacerlo.
Y es que la labor de que desarrollan en este alojamiento los voluntarios y voluntarias de la Asociación para la Igualdad y el Desarrollo Social (AID) es una de esas que tan necesarias entre la ciudadanía.
Esta asociación, que firmó un convenio con el ayuntamiento de Córdoba hace unos 6 años, ha conseguido “salvar” ya a un centenar de mujeres en situación de vulnerabilidad, además de a otras muchas personas que llegan en situaciones similares.
Este periódico se ha puesto en contacto con uno de esos voluntarios, Abraham, que ha querido compartir esta iniciativa en la capital cordobesa y nos cuenta que, esta organización “es pequeña” y que está sostenida “por un pequeño grupo de personas voluntarias”.
Esta ‘Casa Mambré’, tal y como nos explican desde la asociación, “ofrece cuatro plazas a mujeres solas o familias con menores que necesitan un respiro para rehacer su proyecto de vida”. Allí, tal y como nos explica Abraham, se combina “alojamiento con clases de español, orientación laboral y acompañamiento”.
“Cada residente asume tareas de la casa y participa en los talleres de AID, de modo que, al marcharse, cuente con autonomía y red social propias. Este año hemos comenzado un taller de acompañamiento en el duelo migratorio en mujeres”.
En cuanto a la asociación, Abraham nos comenta que, “desde hace algo más de diez años" ofrecen clases de alfabetización y español, talleres TASEVAL, refuerzo escolar con enfoque ambiental e igualitario para la infancia, y acompañamiento semanal a internos del CIS Carlos García Valdés. Además, promueven “experiencias de interculturalidad”, en campamentos de verano, con jóvenes, mujeres y niños y niñas.
En ese mismo sentido, comenta que “su razón de ser es sencilla” y no es otra que “crear oportunidades formativas y espacios de convivencia para quienes más lo necesitan" y conseguir de ese modo “más igualdad y desarrollo social para estas personas”.
Para lograr esos objetivos el trabajo se desarrolla “como un enjambre que se mueve allí donde hace falta”, tal y como cuenta Abraham. Así, la asociación visita colegios, centros cívicos, parroquias y demás espacios públicos persiguiendo las mismas metas: “abrir puertas de aprendizaje y encuentro”.
Algunas de las actividades que llevan a cabo, tal y como nos explica Abraham, son algunas como la desarrollada en San Ignacio de Loyola, donde abren las aulas tres tardes por semana para el refuerzo escolar de primaria, clases de español para extranjeros y las sesiones TASEVAL. Además, añade, con los niños y niñas realizan “juegos cooperativos y educación ambiental”.
En la Casa Mambré, señalan desde la asociación, alojan a mujeres en riesgo de exclusión social. “Mientras regularizan su situación o solucionan su problema habitacional, tienen un lugar donde vivir y, además, se forman en nuestros talleres”, explican.
Además de estas actividades e iniciativas, desde la Asociación para la Igualdad y el Desarrollo Social también mantienen un programa fijo de acompañamiento con el CIS Carlos García Valdés donde llevan a cabo talleres de habilidades sociales bajo el nombre de ‘El buen rollo’.
“En algunas ocasiones, también colaboramos en campañas solidarias como ‘Apadrina una Carta’, donde cada Navidad las personas que estén interesadas pueden apadrinar las cartas de niños en riesgo de exclusión y convertir sus deseos en regalos”, nos cuenta Abraham.
Y no sólo se queda su labor restringida a Córdoba capital y provincia, porque, entre sus actividades, también hay excursiones interculturales a otros lugares de Andalucía como Jaén, Málaga o Granada.
“En resumen, nuestra labor se teje calle a calle: unimos educación, cultura y participación ciudadana para que Córdoba no sea solo una ciudad histórica, sino un espacio vivo donde cada persona –venga de donde venga– encuentre su lugar”.
Y es que la interculturalidad tiene mucho peso en el trabajo de esta asociación, ya que trabajan con personas migrantes venidas desde distintos puntos del planeta tales como Marruecos, Argelia, Honduras o Venezuela.
“El respeto mutuo es el punto de partida; a partir de ahí surgen los intercambios de recetas, canciones e historias familiares que dan color a cada taller. Para nosotros, la diversidad es un valor cotidiano, no un lema”.
Trabajando en una ciudad como Córdoba, que acogió y acoge a “las tres culturas”, desde la asociación destacan justo eso, que la riqueza patrimonial y la historia de la capital cordobesa ayudan mucho a la hora de desarrollar sus trabajos porque esa mezcla de culturas “ha sido siempre un motor para la ciudad”, pero, apuntan también que “los prejuicios y los bulos siguen presentes” y que es precisamente ahí donde su labor “cobra sentido” al convertir esa herencia histórica en convivencia actual, “desmontando temores con experiencias compartidas”.
Como en todo, estas iniciativas necesitan sustentarse y desde esta asociación nos explican que su principal fuente de ingresos son “las aportaciones de socios, donantes y algún evento solidario”.
“En el último año hemos contado también con dos ayudas municipales: un convenio para sostener la Casa Mambré y un pequeño apoyo a la participación ciudadana, gracias al cual 30 niños y niñas visitaron la Granja Escuela y el Zoo para trabajar el respeto al medio ambiente y la igualdad intercultural. Con ese respaldo y la energía de nuestro voluntariado mantenemos viva cada iniciativa”, concluyen desde esta entidad.