La vida a tope

Publicado: 14/12/2017
El tiempo que transcurre es relativo, para unos es mucho y para otros poco, para nosotros el necesario para disfrutar de lo que somos y tenemos
Las penas, los problemas y los pedruscos que nos encontramos a lo largo y ancho de nuestros días en este mundo cruel, nos enseñan que hemos de vivir la vida a tope. Con todas nuestras ganas y sin desaprovechar ni un solo minuto sino con el regocijo que ese regalo que nos hacen es un privilegio y una delicia.

El tiempo que transcurre es relativo, para unos es mucho y para otros poco, para nosotros el necesario para disfrutar de lo que somos y tenemos. Seguros y decididos, firmes y osados, ajenos a los cotilleos de algunos, vamos creciendo y echamos a andar observándolo y analizándolo todo.

Aprendemos a detenernos y reposar, a dominar nuestro comportamiento, a comunicarnos con los otros, a equilibrar nuestro deseo de individualidad y nuestro instinto gregario, a enseñar lo que sabemos y cómo hacerlo, a luchar por una sociedad justa, por los intereses de la comunidad humana, por las aspiraciones de la gente y la defensa de los derechos.

Todas las personas tenemos una misión, por sencilla, que sea, en nuestro trayecto por la vida. Seremos más útiles a nosotros mismos y a los demás, en cuanto demos más de nuestro propio ser. No podemos convertirnos, por mucho que satisfagan nuestros intereses en sujetos sin escrúpulos.

Tampoco debemos confundir las simples inclinaciones, por un sistema de vida  o una profesión. Hay que sentir la necesidad de vivirlas en toda su amplitud, sin temores ni limitaciones y llenar nuestras almas de alegrías sin dejarlas repletas  de penas.

Cuando estamos a tope, no necesariamente nos sentimos sin tensiones, aunque si nos guste encontrarnos calmados y relajados, en paz y lejos de conflictos, despreocupados y sin sentir amenazas, satisfaciendo nuestros deseos y sin frustraciones, descansados, renovados y restablecidos y no fatigados y doloridos.

Cuando nos sentimos indiferentes y desapegados de las preocupaciones o distante de los problemas  nos da la agradable sensación de estar desconectados, aunque nos sintamos eternos, infinitos e ilimitados. Es cuando no nos afectan los pensamientos negativos que  hacen que un pequeño problema se nos convierta en algo serio y de difícil solución.

Si queremos vivir la vida a tope,  es imposible, si pretendemos tener el afecto y la aprobación  de todos en todo momento, ni intentar demostrar que somos competentes siempre o caer en las fauces de lo negativo pensando que todo es terrible y catastrófico, si las cosas no salen como nosotros queremos.

No podemos convertir nuestras vidas en un parque de gentes malas que solo nos quieren hacer daño o que todas las personas que se cruzan en nuestro camino son malvados que merecen que se castigue y condenen severamente.

Casi siempre, nuestro sufrimiento viene de las presiones externas y no debemos evitar enfrentarnos a las dificultades de la vida, y ser capaz de comprometernos a aprender formas de autodisciplina que nos hagan ser más felices en el futuro.

Resulta un error que termina convirtiéndose en torpeza permanecer anclados mirando hacia atrás y defendiendo que el pasado es lo más importante, y como algo nos machacó fuertemente en nuestra vida, de una manera fatalista, tiene que continuar determinando nuestros sentimientos y nuestra conducta, en lugar de ver el mundo desde una actitud optimista, aceptar las cosas tal y como son  y ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

                       

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