De lo que viene y lo que se va

Publicado: 11/01/2018
Quizás lo más imperdonable en este viaje, es que no sepamos aprovecharnos de todas nuestras posibilidades, que desperdiciemos nuestro tiempo
Llegamos a este mundo sin saber muy bien como, por qué y de dónde venimos, pero un día nos encontramos aquí dando berridos y llorando por qué hemos salido o nos han sacado del claustro materno, y otro día nos vamos  sin lograr entender muy bien que hemos hecho y hacia dónde irá nuestra materia, porque al parecer nuestro espíritu permanece entre nosotros.

Nos pasamos media vida buscando que ser, y otra media preocupados por lo que piensan los demás y hacia dónde dirigir nuestros pasos. Y en ese vaivén entre el ir y el venir, navegamos entre la timidez, la inseguridad, la comodidad o la inhibición, y disfrutamos o tememos el encuentro con los demás.

Miramos a los otros, y a veces en lugar de hacerlo de forma amable y respetuosa, lo atropellamos desde la altivez, la prepotencia, la soberbia y el desprecio. Nos empeñamos en construir muros para que el dolor no nos afecte y terminamos por no ser sensibles a la alegría.

Mientras venimos y nos vamos, intentamos caminar rectos aunque el camino sea torcido, superamos los miedos llamando la atención y haciéndonos los valientes exponiéndonos a nuestros temores de forma repetida., gradual y controlada.

Hay algunos sujetos que ignoran deliberadamente lo que ocurre delante de sus narices, y terminan viviendo fuera de la realidad e inventándose un lenguaje para denominar lo que no existe. De lo que viene y lo que se va, de la proporción y el  despropósito, del temor y la valentía, de lo roto y lo unido, de lo que se mueve y lo que para.

Otros que vienen y van ensucian todo cuanto tocan y denigran a todo lo que se refieren con su verbo envolvente , son unos hipócritas y cínicos , que se pasan la vida haciendo lo que no les gusta y diciendo aquello en lo que no creen.          

El tiempo entre idas y venidas lo pasamos demasiadas veces examinando los pensamientos negativos que nos inmovilizan , sin dejar paso a los positivos que nos harían andar, ensayando nuestros miedos y no atreviéndonos a superar los obstáculos que la realidad nos plantea.

Demasiadas veces nos dejamos apretar por las prisas y la impaciencia o desarmar por la soledad, aislándonos de todo lo que nos rodea, sin admitir que si somos capaces de hacernos amigos de nosotros mismos, nunca estaremos solos.

A veces venimos de la mano del sufrimiento, continuamos con la lucha, seguimos con la comprensión y la sensibilidad y  dejamos algunas perdidas en el camino que nos llenan de tristeza, pero vamos descubriendo la belleza, la bondad y la verdad de las personas y la vida misma.

Si pasamos entre nuestra llegada a este mundo y nuestra despedida sin arriesgar nada, jamás experimentaremos la emoción de triunfar y el sinsabor de fracasar., y entre quejas y rechazos no   saldremos del síndrome de la insignificancia.
En ese caminar constante entre nuestro nacimiento y nuestra muerte, iremos cambiando,  probablemente de casa, de coche, incluso de pareja... Es posible que en el colmo del atrevimiento emprendamos nuevas aventuras y  tengamos distintas  actividades profesionales, modifiquemos nuestra forma de vida y llegado el momento de la partida no nos conozca ni la madre que nos parió.

Quizás lo más imperdonable en este viaje, es que no sepamos aprovecharnos de todas nuestras posibilidades, que desperdiciemos nuestro tiempo y no le saquemos producto a todas nuestras fortalezas. Entrenemos en ser positivos.

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