Curioso Empedernido

Lo que se cuece y lo que se cuenta

Nuestro mejor amigo, somos nosotros mismos, y si queremos que la vida nos ayude, hemos de proponernos dar lo mejor de nosotros cada día

Cierto es y cierto resulta que entre lo que se cuece y lo que se cuenta suele haber algunas distancias, diferencias y discrepancias. Vivimos en un mundo globalizado y mediático y cualquier cosa que hagamos puede ser vista al instante, pero también, hemos de reconocer que, a veces,  entre tanta parafernalia y fuegos de artificio, lo real que ocurre, no tiene nada que ver con lo virtual que nos presentan.

Hay quienes se agotan en la carrera y quienes consumen los tiempos, los que cuidan las cosas y aquellos que provocan graves destrozos, los que pagan para gritar y los que vociferan sin pensar. Nos diluimos entre postureos y posverdades, acosos y derribos, fantasmas perdidos y protagonistas hallados.

Necesitamos disfrutar de espacios de intimidad y nos someten a momentos espectaculares de mucha tensión. En los peores escenarios  con los que nos encontramos, descubrimos, entre entuertos y arreglos, que no debemos entrar al trapo ni ceder a los chantajes.

Si estamos con los ojos y los oídos bien abiertos, podemos tocar y sentir con la punta de los dedos  hermosas experiencias, y ser capaces de iniciar un tiempo nuevo y sorprendente,  superar los desafíos del presente e intuir las claves del futuro. En este proceso  hemos de estar preparados para recibir los mejores tributos y ser víctima de las mayores traiciones.

Nuestro mejor amigo, somos nosotros mismos, y si queremos que la vida nos ayude, hemos de proponernos dar lo mejor de nosotros cada día, y ser sinceros y leales con los demás, de tal manera que entre lo que cocemos y lo que contamos haya una justa correspondencia.

No debemos descuidar a los amigos, son como las plantas  y hemos de regarlas con nuestro afecto, aunque sea de vez en cuando. Debemos ser dueño de nuestros actos y nunca suponer que los demás son adivinos y deben averiguar qué es lo que vamos a hacer en cada momento.

Demasiadas veces confundimos maldades y bondades, carroñeros y generosos, congruencias e incoherencias, réditos e hipotecas, predominancias y hegemonías, mochilas llenas y maletas vacías, los mejores regalos y los mayores castigos.

Tenemos que estar preparados para lo imprevisto, ya que hay temas que se nos presentan en nuestras vidas sin avisar. Y debemos aprender a diferenciar lo importante de lo urgente, lo que vemos y nos presentan y lo que realmente hay detrás de lo que sucede.

Apostemos más por abrazarnos que por cobrarnos las revanchas. No hemos de darle mayor importancia a los temas que terminan evaporándose en un tiempo breve. A veces, la solución a nuestros problemas que buscamos denodadamente por todos sitios, la tenemos a en nuestras propias manos.

Resulta torpe dejar pasar las oportunidades por excesiva prudencia o no confiar en nuestras propias posibilidades, sin crearnos falsas expectativas ni alimentar objetivos irreales, y no pensar que por mucho poder que tengan las redes sociales nuestra sociedad se ha idiotizado.

La realidad  que nos envuelve, está llena de fracasos y fantasías, relatos y engaños, paradas y acelerones, señales contradictorias, rentabilidades y desgastes,oscuridades, comicidades y rebeldías. Hemos de estar siempre dispuestos a aprender de todos en todo momento.

Hemos de superar nuestra perplejidad cuando vemos que todos dicen lo mismo, pero ocultan lo que realmente deberían reivindicar. Quienes opinamos y escribimos no somos cómodos para el poder de turno, porque pensamos y hacemos pensar, porque no nos conformamos y desde la duda y la rebeldía intentamos encontrar nuevos caminos.
           

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