Caía una tarde lluviosa sobre nuestra luminosa ciudad, presagio de tormentas parecía convertirse el José Del Cuvillo, pero el arco iris prevaleció sobre buena parte de la primera mitad y la fina lluvia inspiró a los muchachos de la sangre y pureza, que ofrecieron un espectáculo digno de resaltar.
Sucedieron cosas buenas sobre el verde portuense, vimos al mejor Alberto de toda la temporada, desbordó, encaró, anduvo listo abriendo los caminos a un Racing que raseó la pelota, que cuando no veía claro el pase, volvía a empezar sin dar impresión de quemarle la bola en sus pies.
Mere saco de inicio a Rafi Cruz, un canterano que veníamos reclamando para el titular, más aún faltando Expósito y Juanmi. El chaval no falló, peleó una enormidad, cayó a bandas y jugando de ‘9’ trajo en jaque a la defensa cordobesa, marcó un gol, falló otro y le hicieron un penal.
No debería ser flor de un día, debe trabajar en lo físico con el ya que en los minutos finales le falto fuelle y algo más importante... debe dosificar sus esfuerzos. Pero mas allá de algún error de juventud, estuvo notable.
La pelota volvió a circular como en la próspera pretemporada que vivimos y tras la expulsión de un jugador del Pozoblanco, el equipo fue un vendaval imparable de buen futbol y ocasiones.
El encuentro me deja claro que Rober y Pedrito son mejores para partidos ya abiertos que para ser abrelatas de defensas, ambos carecen de desborde. Los dos no encaran bien a sus defensas, pero tienen una particularidad, son rápidos y con equipos que van perdiendo y se tiran hacia arriba, pueden rematarlos a la contra, porque con un buen balón al espacio, se van a ir en velocidad siempre.
Fue un Racing magnifico, la evidente mejoría denota que pasaron cosas durante el trabajo de la semana. Beato los rompió por el centro a veces en desmarques de ruptura. Bien, muy bien en conjunto el Racing.
El 3-1 se antojó corto, y el entrenador tomó decisiones arriesgadas acertando en la mayoria, nunca es malo volver al principio para continuar.
Los racinguistas salíamos felices el domingo del estadio, nos mirábamos asintiendo como cuando probamos el buen jamón y no hace falta hablar. Fue raro, nadie salía del vomitorio de tribuna corriendo como si debiera dinero buscando el coche y el partido del Plus.
No diría yo que sobresalieran abrazos, pero íbamos relajados, sonrientes y hasta se encendían los pitillos como después de un “tiki taka”...esto es más bonito hasta de contar.