El 24M sirvió para anunciar el cambio, los cambios que debieran darse para cambiar la dinámica en el reseteo de la política. A ella se animaron formaciones, nuevos interesados en las políticas (que no políticos) en la intención de hacer nuevas maneras de concebir la gestión de ésta y nuevas formaciones en el empeño de cambiarlo todo.
Los compromisos adquiridos son muchos. Tantos que aún no se sabe por dónde empezar. El portuense sigue esperando el cambio. Continúa anhelando ese positivismo y esas proclamas que desde la oposición se ejercía.
En positivo o no, El Puerto necesita, más allá de gestos, soluciones, gestiones eficientes y estar a la altura de las circunstancias. Sin tiempo que perder. Hechos, no palabras. No promesas sin recorrido.
Han pasado 100 días y lo más destacable desgraciadamente es que solo ha pasado el tiempo. Únicamente. Las expectativas creadas para desbloquear la ciudad parecen diluirse.
El Puerto quiso un Gobierno nuevo y éste necesita de un Gobierno que sepa gobernar y gestionar. También necesita de una oposición que esté a la altura. El único partido que ha mantenido un marcaje férreo en cada movimiento ha sido el PP. ¿La única oposición real?
Tras las elecciones municipales el panorama local, lejos de atraer buenas esperanzas y aires renovadores, se enquista en la desilusión de que el estancamiento continuará por un tiempo más.
Un PA en la cuenta atrás o un PP en la búsqueda de un auténtico líder y de encajar la derrota para abanderar un nuevo proyecto o Ciudadanos.