El catálogo de la conocida marca sueca es, dicen, toda una tentativa para hallar un complemento y un mobiliario para cada casa, para cada hueco, gusto y tendencia. Es la tienda ideal, nadie puede resistirse a ella y todos la visitan y todos compran.
El que parece no haber aguantado a probar su suerte, nuevamente, ha sido el concejal de Comercio, Ángel Quintana. El edil socialista, tan cercano y tan constante en intentar, según él, en reactivar el comercio local y más céntrico, no ha dudado en permitir la promoción de Ikea.
Eso sí, en pleno centro de El Puerto. Una muestra más de que las ideas comienzan a ser más bien escasas y polémicas. Cuando las intenciones y la capacidad de estimular el comercio chocan frontalmente en infravalorar y vilipendiar el negocio pequeño, apañados vamos para el que debe ser el precursor de remontar el vuelo.
Con actuaciones como estas, las de instalar un stand en plena calle Luna alardeando de las maravillas de una multinacional, que para más inri, ni está en la ciudad, es motivo más que suficiente como para que el edil de Comercio quede de nuevo en entredicho.
Las improvisaciones se acumulan y más que nunca, la tan anunciada transversalidad de Concejalías, se copian en sus males. Mientras las renuncias se acumulan en el Partido Popular, en la bancada gubernamental se empiezan a echar en falta, quizás, más ceses.