Nunca destacan por la laboriosidad como tampoco lo hacen por la ejemplaridad. Pero siempre están al pie del cañón y acicalando el trabajo descontrolado del incívico e irresponsable de turno. Todo ese trabajo arduo e imprescindible cae por la borda y se diluye ante la insatisfacción congénita de un colectivo inconcluso del que destaca, muy a su pesar, las conductas menos gratificantes y exigentes.
En cada Feria, verano, motorada o cualquier evento a destacar, la coacción sale a relucir en la amenaza constante de mejoras y más mejoras, las que luego se olvidan en la contraprestación del trabajo cobrado. Cuanto menos es elocuente que el sindicato UGT se desmarque de una manera tan clara en la huelga de limpieza de playas. Los delegados de UGT denuncian “que la lucha está motivada por intereses personales y solo beneficia a una minoría”.
Interesante la explicación y preocupante la realidad. Un paso valiente el dado que muestra una vez más que las famosas demandas y mejoras no son siempre ni verdad ni son la mayoría de las veces lo mejor para el colectivo, ni mucho menos para los que pagamos el servicio. No se puede reflejar más claro los que conocen desde dentro los tejemanejes laborales y patronales del sector.
“Actúan de forma sectaria e interesada solo movidos por lograr beneficios personales como los que reclaman”, lo dicen ellos, los de UGT, a los del resto del comité. Vuelve a ser interesante. No menos lo es reconocer que están “hartos de la manipulación y el hostigamiento que practica el resto del comité, reclama responsabilidad y altura de miras a CCOO”.
No hace falta mucha más explicaciones, creo que la realidad es cristalina. Reiterar que el colectivo necesita de una representación acorde a los profesionales y que defienda sus intereses y los nuestros. Sin unión y con consignas políticas, tienen lo que tienen, ni representados ni solidarizados.
