Escrito en el metro

Bernard y la ciudad que espera

Algunos la llaman la nueva realidad, otros el nuevo tecnorenacimiento, otros confían en el inicio de una era verde

Publicado: 28/05/2020 ·
12:30
· Actualizado: 28/05/2020 · 12:47
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Bernard Valero es un costasoleño de adopción, de los auténticos, tanto que su idiosincrasia es ya la nuestra. Alegre, optimista y extrovertido, aunque no puede ocultar aquellas cuestiones que le inquietan. Pocos como él aman el Mediterráneo y sufren por su mar y sus costas. A Bernard, desde la atalaya de su observatorio de Avitem, le preocupa y le ocupa el futuro de las ciudades mediterráneas. En su remota longevidad los asentamientos que bordean el Mare Nostrum son más susceptibles de los efectos de la crisis ambiental en marcha, acelerada por un pertinaz cambio climático. De entre las calamidades de esta pandemia surgen voces para una esperanza. Algunos la llaman la nueva realidad, otros el nuevo tecnorenacimiento, otros confían en el inicio de una era verde, y no son pocos en los que surge la utopía de la nueva ciudad. No son para menos estas expectativas. La historia nos enseña que las grandes transformaciones urbanísticas siempre acaecieron tras grandes epidemias. La salubridad imperaba en la reconstrucción y de esa manera el confort humano fue cada vez mayor en el ecosistema urbano. El aire de las ciudades hace libres a los hombres rezaba en el frontispicio de las fortalezas medievales, un aire cuya calidad siempre preocupó. El salto cualitativo fue descubrir que las zonas verdes jugaban un papel fundamental en el hábitat humano, y la utopía fue modelada por la naturalización del espacio urbano. Walt Whitman elevaba la ciudad a la más bella obra de arte creada por la humanidad, sin embargo esa magna obra está cada vez más cargada de imperfecciones en la insensata labor de sus autores y sus codiciosos mecenas. Se han ensimismado tanto en lograr lo más ciclópeo que se han olvidado de la esencia de la vivencia y convivencia ciudadana. A orillas del Mediterráneo, las olas proclaman un vuelco de las ciudades que bañan hacia modelos más sostenibles, más responsables y solidarias con el futuro común, más respetuosas con la Naturaleza y en especial con ese trastero marino en el que lo hemos convertido arrojando sin compasión nuestras sobras. Empero el poderoso fantasma económico convertirá la nueva utopía en quimera, a golpe de más grúas, más ladrillos y más hormigón. Bernard porta en su mano una rama de arrayán, símbolo de la convivencia mediterránea, en la confianza de que llegaremos a la añorada Ithaca.

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