Estas desigualdades complican además el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, firmado en 2000 por 189 países, con la intención de alcanzar en 2015 mejoras en las áreas de salud, educación y pobreza, frente a los niveles de 1990.
“El drama de la mortalidad materna –que asciende a cuatro cada 10.000 nacidos vivos– adquiere su real dimensión cuando se advierte que es en su mayor parte evitable”.
La tasa mortalidad materna se mantiene “relativamente elevada en relación con los servicios sanitarios disponibles en el país”, agrega el informe, de más de 200 páginas, que compila estadísticas oficiales y estudios de organismos internacionales.
El estudio, presentado ayer en el Centro de Información de la ONU en Buenos Aires, añade además que las complicaciones de aborto se han mantenido en los últimos 15 años como la principal causa de muerte materna.
Pero dado que el aborto inducido es ilegal en Argentina, “su magnitud sólo puede estimarse por medios indirectos”, los cuales alertan que las interrupciones voluntarias del embarazo oscilan entre las 372.000 y 522.000 por año.
Entre las principales víctimas se encuentra la población adolescente, cuya fecundidad presenta “muchas disparidades al interior de las (23) provincias” argentinas, si se compara el empobrecido norte argentino con los principales centros urbanos.
El total de hombres y mujeres adolescentes representan una cuarta parte de la población de Argentina, calculada en unos 40 millones habitantes con vistas al censo nacional que se llevará a cabo este año.
Parte de esta franja de la población está excluida del sistema educativo, que asciende a un 12 por ciento entre adolescentes de 13 a 17 años, y a un 53% en jóvenes de 18 a 22, y tiene una oferta laboral “limitada”, con una tasa de desempleo “importante” en este sector, puntualiza el estudio.
La mortalidad infantil es otro de los flagelos que sufre la población argentina, que según las últimas cifras oficiales se sitúa en 13,3 defunciones de menores de un año por cada mil nacidos vivos, un indicador que se halla “estancado” y “esconde desigualdades importantes”, precisa el informe de la ONU.
También dedica un apartado a los enfermos de sida en el país (se calcula que son unas 120.000 personas), quienes a medida que pasa el tiempo descienden en su nivel de instrucción, lo que indica que “el VIH se está convirtiendo en una infección más propia de los estratos socio-económicos bajos”.
El documento aborda además otros sectores que enfrentan una “situación social desventajosa”, como el pueblo indígena, que asciende a más de seiscientas mil personas, y los inmigrantes procedentes de países limítrofes y de Perú, que “mantienen una inserción relativamente marginal en el mercado de trabajo” de Buenos Aires, según datos de la Cepal que recoge la Unfpa.
