Este fue el primer acto formal de su Presidencia que, a juzgar por todos los problemas que tiene pendientes, comenzará con fuerza desde el primer día.
Los presidentes tienen un margen de cien días antes de que son juzgados por sus primeras decisiones, pero Obama ha prometido actuar con urgencia y por eso será probablemente evaluado desde el primer minuto.
La expectación que pesa sobre el presidente electo es tan grande como el sueño que cumplió al jurar su cargo como el primer mandatario afroamericano de la historia de EEUU.
Sus primeras iniciativas serán analizadas con lupa, porque servirán de indicadores de lo que será su etapa en la Casa Blanca, según los analistas.
En su primer acto como Presidente, además de firmar los nombramientos de su gabinete, designó a responsables interinos de las agencias federales.
Pero para cambiar el rumbo de un país aquejado por dos guerras y una grave crisis económica, entre otros muchos problemas, hará falta más que eso, y lo más probable es que durante los primeros días Obama use su bolígrafo para suscribir decenas de decretos.
Sin embargo, las decisiones más importantes, como el cierre de Guantánamo, la retirada de las tropas de Irak o el nuevo paquete de estímulo económico necesitarán un tiempo para madurar y convertirse en realidad, según ha advertido el propio Obama.
El presidente también ha sugerido que esperará hasta que el Congreso anule el veto presidencial para la investigación de las células madre en lugar de revertir mediante decreto la prohibición impuesta hace un año por Bush.
Obama ha prometido que se moverá “rápido” en los días iniciales de su mandato, y así, una de sus primeras órdenes será que los responsables del Pentágono y de las Fuerzas Armadas comiencen de inmediato a planificar la retirada de las tropas de Irak para dentro de 16 meses.
La agenda del presidente electo también incluye una reunión con su equipo económico para perfilar los últimos detalles del nuevo paquete de rescate.
En un plano menos político, pero también “vital”, Obama, su esposa, Michelle, y sus dos hijas Malia, de diez años, y Sasha, de siete, comenzarán de inmediato a redecorar lo que será su nuevo hogar para los próximos cuatro años.
En cuanto los Bush abandonaron la Casa Blanca la mansión presidencial se convirtió en un ir y venir de empleados y decoradores, que lo dejaron todo listo para que la familia Obama disfrute de su estancia en su nueva residencia.