Andreas Lubitz, el copiloto que presuntamente estrelló de forma deliberada el avión de Germanwings, tenía una baja médica por enfermedad vigente para el día de la catástrofe, que había roto y ocultado a la empresa, informó hoy la fiscalía de Düsseldorf (oeste de Alemania).
Fuentes de la fiscalía negaron, en cambio, que en los registros realizados en su domicilio se hubiera encontrado una carta de despedida "ni indicios que apunten a un trasfondo político o religioso" para su proceder.
Sí se encontraron, según un comunicado emitido hoy por ese departamento, documentos que demuestran que estaba en tratamiento médico.
El hecho de que entre los documentos encontrados hubiera "bajas médicas rotas, actuales e incluso vigentes para el día de los hechos" indica que el afectado "ocultó a su empleador y a su entorno profesional" su enfermedad.
La fiscalía alemana salió asimismo al paso en ese comunicado de las informaciones, difundidas en medios británicos, según las cuales en los registros realizados ayer en la casa de sus padres, en la localidad de Montabaur, o en su apartamento de Düsseldorf, se hubiera encontrado una carta de despedida.
En el mismo texto se hace hincapié en que el análisis del material incautado puede llevar aún días y que, en cuanto haya resultados, se informará debidamente tanto a la opinión pública como a los afectados y a las autoridades francesas que dirigen la investigación.
Hasta ahora, se sabía que el copiloto de Germanwings, Andreas Lubitz, había interrumpido durante unos meses, en 2009, su formación y se había especulado sobre una posible depresión.
El popular diario "Bild" aseguraba en su edición de hoy, citando al "entorno de Lufthansa", que el copiloto había sufrido "episodios de profunda depresión" y que atravesaba una crisis de pareja.
El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, informó ayer de la interrupción de ese periodo de formación, pero rehuyó concretar a qué se debió, ateniéndose a que está bajo la prerrogativa de la confidencialidad médica.
El copiloto causante de la tragedia en el vuelo 4U 9525, procedente de Barcelona y con destino Düsseldorf con 150 personas a bordo, empezó su aprendizaje a los 14 años en un club de aviación local e ingresó en la escuela de Bremen de Lufthansa en 2007.
En 2009 se produjo la interrupción por unos meses de la formación, que reanudó con posterioridad hasta ingresar en Germanwings, filial de bajo coste de Lufthansa, en 2013.
Spohr insistió ayer en que, tanto al ingresar en la escuela como al reanudar y completar su instrucción, pasó los más rigurosos exámenes, tanto físicos como mentales.
Lubitz, de 27 años, vivía entre su domicilio familiar de Montabaur, en el "Land" de Renania Palatinado, y su vivienda privada en Düsseldorf, en el vecino de Renania del Norte-Westfalia.
Ambos domicilios, el familiar y el propio, fueron ayer objeto de largos registros policiales, en que se incautó abundante material, inclusive una torre de ordenador y objetos privados, aunque hasta ahora no había información oficial al respecto.
Los registros se realizaron a petición de la justicia francesa, que está realizando las investigaciones relativas a la catástrofe aérea del 4U 9525, en que murieron los 144 pasajeros del avión y los seis miembros de la tripulación.
Según las investigaciones en curso realizadas en Francia, la catástrofe la precipitó el propio copiloto, quien aparentemente se encerró de forma voluntaria en la cabina de mando, aprovechando que su capitán se había ausentado, y luego se negó a abrirle.
FISCALÍA
Los investigadores de la colisión del Airbus A320 creen que el copiloto estrelló el aparato "con voluntad de destruir el avión" por razones que se desconocen, aunque en este momento "nada permite decir que se trate de un atentado terrorista".
El fiscal de Marsella encargado del caso, Brice Robin, explicó que el copiloto, identificado como Andreas Lubitz, de 28 años, nacionalidad alemana y no clasificado como terrorista, respiró "con normalidad" hasta el momento de la colisión en los Alpes franceses, según la grabación sonora recogida en una de las cajas negras.
Pese a que en los primeros 20 minutos el copiloto mantuvo una conversación "normal y cortés" con el comandante, después se escucha al comandante preparar el informe de aterrizaje en Düsseldorf, al que el copiloto responde de forma "lacónica".
Posteriormente, el comandante pide al copiloto tomar el mando -presumiblemente para ir a hacer sus necesidades- y se escucha el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cierra.
En ese momento, cuando el copiloto ya está solo, acciona el sistema de descenso y ya no vuelve a hablar hasta el momento de la colisión.
"Ignoramos la razón, pero puede analizarse como una voluntad de destruir el avión", señaló Robin.
Posteriormente, a preguntas de los periodistas, remarcó claramente que en este momento no existe ninguna pista que indique que la colisión pueda haber sido consecuencia de un atentado terrorista.
Robin agregó que las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.