Jerez

Una Semana Santa plena, pero con mucho margen de mejora

La meteorología ha acompañado en un año en el que se han puesto sobre la mesa ciertos desajustes horarios y se han advertido algunos comportamientos

Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai

Una saeta dedicada al Señor de la Sagrada Mortaja

Jerez despide una Semana Santa plena de cofradías en la calle. Esta vez no fallaron los pronósticos meteorológicos que en las vísperas descartaron cualquier riesgo de precipitaciones. Sí estuvo presente el viento, pero incluso en menor medida de lo que cabía esperar con la única excepción del Viernes Santo. No se puede decir en cualquier caso que resultara un elemento perturbador para el normal desarrollo de las salidas procesionales. Las temperaturas han sido agradables e incluso elevadas en las horas centrales del día, pero igualmente tampoco este ha sido un condicionante para las cofradías. El tiempo, que es fundamental para el desarrollo de la Semana Santa, no la ha condicionado en absoluto, y esa sin duda es una buena noticia.

El año pasado coleaban todavía los efectos de la crisis sanitaria y eso pudo tener su efecto en la merma que sufrieron los cortejos nazarenos ya que mucha gente era todavía reticente a hacer vida normal. En esta ocasión ya no ha sido así. Hace tiempo que la pandemia quedó atrás y eso se ha notado en todos los sentidos, también en las filas nazarenas, que según los primeros datos recopilados a pie de calle por Daniel Carretero ofrecen cifras ya muy similares a las de 2019, en la que también es otra buena noticia.

La Semana Santa no escapa a la influencia de las redes sociales, que a menudo distribuyen vídeos y fotografías carentes de todo contexto que alimentan una sensación de caos que no se corresponde con la realidad. Las cofradías son entes vivos que salen a la calle y cuyos cortejos están integrados por cientos de personas, además de bandas de música, costaleros... Entra por tanto dentro de lo lógico que ocurran cosas, desde que un nazareno sufra una bajada de azúcar a que un costalero se lesione. A todo ello hay que sumar que siempre cabe la posibilidad de que el varal o la jarra de un paso de palio se desajuste o que -como ocurrió el Miércoles Santo- el olivo del Señor del Prendimiento no traspase la puerta de Santiago. Nada debe extrañar por mucho que las redes sociales amplifiquen la magnitud de estas pequeñas cosas.

Una de las grandes novedades de la Semana Santa ha sido la decisión del Consejo local de la Unión de Hermandades de divulgar los horarios reales de paso de las cofradías por los puntos de control de la Carrera Oficial. Esa apuesta por la transparencia ha puesto negro sobre blanco aquello que todo el mundo sabía o intuía. En las primeras jornadas se acumularon una serie de retrasos que ya a partir del Jueves Santo fueron bastante más moderados o casi inexistentes, quizá porque se ajustó el procedimiento de control del minutaje o porque las cofradías extremaron el celo en el cumplimiento de esos horarios. En cualquier caso, lo que el Consejo ha pretendido con esta iniciativa es sentar las bases de cara a una reestructuración de los tiempos de paso, de modo que estén más ajustados a la realidad.

Dicho lo cual, no estaría de más que las hermandades trataran de controlar determinados comportamientos. Por ejemplo, empieza a ser habitual que algunos pasos se vean obstaculizados en determinadas angosturas por sus propios costaleros, que son quienes en muchas ocasiones alimentan la bulla que les impide avanzar. Tampoco estaría de más que el Consejo evitara en lo posible el tránsito por calles como Carpintería y Tornería, que parecen incluirse con calzador en los itinerarios de algunas cofradías a pesar de que ralentizan su paso y el de las demás.

La incorporación de nuevas hermandades a la nómina de aquellas que hacen estación de penitencia a la Catedral debe ser considerada a priori como una buena noticia. Sin embargo, llama la atención el escaso empuje de la mayor parte de esas cofradías, que parecen absolutamente estancadas en su número de nazarenos y que tampoco mejoran sustancialmente su patrimonio. Es lógico pensar que una hermandad no se hace de la noche al día, pero también habrá que asumir que ese periodo de crecimiento debería desarrollarse en los barrios y no enmarcarse en una Semana Santa que aspira a ser considerada de Interés Turístico Internacional. Claro que peor aún resulta comprobar cómo corporaciones con décadas e incluso siglos de historia parecen languidecer en la calle sin que año tras año se adviertan cambios que le permitan encontrar el punto de inflexión que precisan para volver a ser lo que fueron en el pasado.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN