Jerez

De una casualidad al proyecto escolar del colegio de las Esclavas

El colegio de las Esclavas, desde hace diez años, cría y cuida a un buen grupo de vencejos, una especie amenazada, que ha ido creciendo en número

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  • Uno de los vencejos anillados esta semana. -
  • El proyecto empezó con tres nidos y ahora hay once parejas de vencejos y unas 30 crías para poder anillar

Cómo convertir un hecho casual en un proyecto de colegio. Eso ha conseguido el centro educativo de las Esclavas en Jerez. Hace diez años, uno de los profesores del centro José Ignacio Quevedo, encontró tres nidos de vencejo en el interior del tambor de una persiana y a partir de ahí, alumnos y profesores comenzaron a cuidar y criar a esta especie de ave amenazada realizando actividades especiales en el Día Mundial del Vencejo que se celebra cada 7 de junio.

En este caso, como venía siendo habitual en los últimos años, el colegio contó con Francisco Hortas, profesor de Biología en la Universidad de Cádiz y anillador de la Sociedad Española de Ornitología, precisamente para anillar esos pollos de vencejo que han nacido en los últimos meses. Con ese anillamiento se puede hacer “un seguimiento de la colonia a ver si se desarrollan bien o no. Los anillamos porque en el momento que alguien lo recapture o lo encuentre en algún lado esa anilla nos permite saber qué le ha pasado a ese pollo”, explica este profesional mientras agarra con una mano a uno de los pollos y va colocándole con unos alicates la anilla numerada correspondiente en una de las pequeñas patas a un vencejo.

Como novedad este año “le vamos a poner una anilla de color. Además de la metálica le ponemos una amarilla para saber que ese pollo ha nacido en el colegio de las Esclavas de Jerez. Eso nos permite que si alguien le hace una foto, con la buena calidad que hay ahora en fotografía poder ver si ese ave la han visto en otros sitios. Nos llegará esa observación y nos permitirá saber que ese ave está anillado aquí, el origen y cómo le va. Es como su historial”.

El proyecto comenzó en el curso 2013/2014 y a partir del año siguiente ya se empezaron a anillar esos pollos. Hortas define esta actividad como “una carrera de fondo” ya que “tienes que ir anillando y algún día llegará una recaptura porque puede que haya una recaptura o que el adulto aparezca muerto y eso da mucha información”.

Los inicios se producen porque, según José Ignacio Quevedo, “empecé a observar que en el poyete de la ventana había excrementos y había pinchos antipalomas. Se creían que eran palomas como yo tenía algo de conocimiento del tema sabía que no eran excrementos de paloma y eran de vencejo. Me subí, quité el tambor de la persiana y vi que había tres nidos. De vez en cuando venía a visitarlos. Y cuando busqué en internet encontré una página de un señor de Cádiz y le escribí porque queríamos hacer un seguimiento. Nos regaló una cámara y la pusimos”.

Así estuvieron unos años hasta que este docente contactó con SEO “y preguntamos qué cámara nos hacía falta e intentaron poner on-line esas primeras imágenes, pero les faltaba calidad. Me propusieron adquirir una cámara de cierta calidad, el colegio dijo que sí, la instalamos y ahí empezamos la carrera más importante. Los niños y los profesores pudieron ver las imágenes y eso contribuyó a cambiar la mentalidad de algunos compañeros que me decían que eso ensuciaba mucho. Al conocer esto, lo de la suciedad pasó a un segundo plano”. De hecho, del hueco de las persianas pasó a que los propios alumnos fabricaran cajas, a modo de nido, que se colocan en las ventanas de las clases del piso superior para que los nuevos pájaros que lleguen tengan un lugar donde entrar y poder anidar.

Esas cámaras también han permitido ver que “hay salamanquesas a las que hemos puesto nombres y vemos cómo actúan. Mantienen el nido limpio de insectos y demás. Hay casi un ecosistema propio”, destaca.

Y de los primeros tres nidos iniciales actualmente el colegio cuenta con la presencia de “once parejas de adultos y 30 pollos”, cuenta José Nieto, otro de los profesores del centro. Eso sí, también destaca que “hay algunas cajas que no podemos descubrir porque no podemos acceder a ella y no sabemos cuántos pollos hay, pero vemos que los adultos entran para alimentar a las crías”.

Este proyecto ayuda a los alumnos a “tener sensibilidad y respeto por el medio ambiente, un medio que tenemos cada ve más fastidiado. El humano le aporta poco a la naturaleza. Al final es educar en el planeta que van a heredar todas estas nuevas generaciones. Es fundamental que tengan esa formación. Ahora son adolescentes, pero serán personas que pensarán de una manera necesaria en todos los valores que necesitan para la vida”. Y es que los jóvenes están entregados a la causa.

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