Jerez

Y Malú ganó la batalla y ‘gobernó’ el Tío Pepe Festival ante un público rendido a sus pies

La cantante y compositora madrileña derrochó fuerza vocal como nunca con un viaje liberador repleto de energía por los éxitos de sus 25 años de carrera

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Malú en un momento del concierto.

Hacía mucho tiempo, más de una década, que Malú no hacía parada en Jerez con una de sus giras. La última vez que actuó en la tierra a la que "tantas ganas tenía de verte" fue en 2008, en el Palacio de Deportes. Había mucho mono de verla en directo. De vibrar con su lado más rockero y de oír ese quejío flamenco inconfundible que solo ella da a sus temas y con el que se reencuentra con su casa. Con sus raíces. Con su gente. Por eso la noche del viernes la cantante madrileña finalizaba su concierto en el Tío Pepe Festival emocionada, sin poder contener las lágrimas y agradecida por esa legión de fans que la acompaña allá donde va, a la que se unió un público entregado que cantó, bailó y se emocionó con sus baladas en acústico y sus interpretaciones al piano.

Abría el show Ingobernable, como es ella, de su último disco, Mil Batallas, y desde ese primer instante conseguía sumergirnos a todos en un intenso viaje lleno de emociones y de energía en el que llegamos hasta el año 1998, la parada final, con Aprendiz, con una interpretación llena de sentimiento para celebrar los 25 años de la canción “con la que empezó todo”.  Y otro punto de inflexión, Tejiendo alas, dedicada a su hija en plena pandemia. Pero mucho antes, durante dos décadas, Malú le había cantado al desamor y a lo que Duele, pero sobre todo había reivindicado siempre la identidad de cada persona, la de amar en libertad por encima de todo y la de dejar ir para ganar.

El resultado son exitazos sin los que Malú no sería Malú: A esto le llamas amor, Me quedó grande tu amor, Te conozco desde siempre, Tú me has hecho más fuerte, Deshazte de mí… “que me han hecho muy feliz sobre los escenarios”, reconocía, y que sus incondicionales celebraban con una explosión de energía, de la que ella contagia, nada más sonar los primeros acordes.
Si a ello le unes interpretaciones mágicas como la de Ángel Caído al piano, con Ezequiel Montoya como artista invitado, su versión de Devuélveme la vida de Antonio Orozco, que ya ha hecho suya, o Que nadie, otra de las favoritas, que tantas veces ha cantado junto a Manuel Carrasco, al final te encuentras sumergida en esa burbuja liberadora a la que la sobrina de Paco de Lucía nos invita al inicio de un espectáculo repleto de luz y de buena vibra.

La misma que ella irradia en cada concierto, demostrando sobre las tablas que es una de las artistas más consolidadas del panorama nacional y que su fuerza vocal no tiene límites. Malú es una diva sobre el escenario, se entiende con su público, pero también es generosa. Sobre el escenario de la bodega Las Copas de González Byass, además de Ezequiel, pasaron Farru, que aceptó el reto de acompañarla en uno de sus temas, como también lo hicieron cuatro bailaoras jerezanas.

La traca final llegó Toda, Blanco y Negro y Como una flor, el himno que nunca puede fallar en sus conciertos y con la que echó el telón ante un público rendido a sus pies. ¿Para cuándo el próximo?

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