Preseleccionado para los premios Goya en la categoría de documentales cortos
El documental "Andrés y Javier", preseleccionado para los premios Goya en la categoría de documentales cortos, narra el proceso de curación de Andrés Mariscal, un niño de ocho años que padecía beta talasemia y que se curó gracias a un trasplante de células madre de su hermano Javier.
El próximo 12 de enero se cumplirán dos años desde que Andrés fue objeto de un trasplante de células madre extraídas del cordón umbilical de su hermano Javier, que fue el primer bebé nacido de un embrión seleccionado genéticamente con fines terapéuticos.
La intervención supuso el remedio a la enfermedad -un tipo muy grave de anemia hereditaria- que, como recuerda en una entrevista concedida a Efe la madre, Soledad Puertas, "era, según todos, incurable".
La familia Mariscal-Puertas hace estas declaraciones tras ver por primera vez el documental, dirigido por Juan Díaz Lima y producido por José Antonio Pelayo y Rafael Linares.
"El documental nos ha dado la oportunidad de contar lo que no pudimos contar entonces, a veces porque era difícil explicar lo que estabas viviendo, otras porque al final parecía que lo que más interesaba era la polémica de la Iglesia", comenta Andrés Mariscal, padre de los niños.
"Veía que la calidad de vida de mi hijo se iba deteriorando y cuando me dijeron que su esperanza de vida era de 35 años, decidí que de talasemia no se iba a morir; también quería tener otro hijo y si además podía salvar la vida de su hermano, no se podía pedir más, creo que cualquier madre habría hecho lo mismo", subraya Soledad Puertas.
El pequeño Andrés cuenta "lo mal que lo pasaba con las pastillas", tras ver las imágenes en las que su madre le daba los medicamentos; aunque su padre asegura que "lo peor eran las ocho horas que tenía que pasar cada noche conectado a la bomba de infusión".
"¿Sabes que mi madre aprendió a ponerme la bomba pinchando en un cojín?", pregunta Andrés.
La familia agradece todo el apoyo recibido, desde los vecinos de Algeciras, la ciudad en la que viven, hasta el equipo médico, aunque reconoce que llegó a sentir que la "presión" fue "excesiva".
"Llegó un momento en el que sólo me preguntaban lo que querían escuchar, ahora sólo queremos agradecer la oportunidad de poder contar que ha salido bien, pero nada más porque somos una familia como cualquier otra", aclara la madre.
"No me gusta lo de 'bebé medicamento' porque mi niño no es una pastilla" -puntualiza Soledad Puertas-, "pero si me hablan de niño milagro, quizá sí, porque para nosotros lo ha sido" .
Andrés, que insiste en que él y su hermano son "hermanos de sangre", ya no necesita medicarse ni llevar mascarilla para evitar contagios y asiste al colegio con normalidad gracias al trasplante.
"Lo que más me gusta del documental -dice- es cuando salgo jugando al fútbol, primero solo y al final con todos los niños".