Milagrosa, vecina de Jerez de 50 años y trabajadora de un estanco de Parque de La Serrana, junto a Icovesa, ya está recluida en los fogones de MasterChef, el talent show gastronómico con más éxito de la televisión que acaba de abrir sus puertas para encontrar al mejor cocinero amateur de España. Sus clientes que estos días echen de menos su alegría y el puro nervio con el que les atienden tendrán que conformarse con seguir su evolución en el conocido concurso cada miércoles por la noche. Sus tagarninas esparragadas con gambas le valieron uno de los 15 delantales que la han convertido oficialmente en concursante de la segunda edición del programa revelación de la pasada semana, tras superar un macrocasting de 500 personas en Barcelona en el que sólo 50 obtuvieron la cuchara de madera y luchar por una plaza en la fase final. Antes ya había sido elegida entre más de 9.000 solicitudes, de las que el programa citó a sólo 2.000 para hacer las pruebas. Toda una locura.
Pese a sus nervios, “porque me impresiona mucho todo esto”, dijo en plató, se atrevió a bromear con los chefs Pepe Rodríguez y Jordi Cruz, a los que llegó a piropear, y cumplió su misión: “sorprenderlos con algo que no hayan probado nunca”, avisaba cuando le daba los últimos retoques a su plato antes de enfrentarse al momento decisivo. Entonces Pepe Rodríguez sentenció. “Esto está extraordinario”, le dijo, al tiempo que Samantha la definía como la “perfecta aspirante a MasterChef”. Cuando Jordi Cruz le entregó el preciado delantal, Milagrosa, ya relajada, no dudó en comparar ese momento con uno de los más especiales de la vida. “Me siento como cuando di a luz a mi hijo”.
Decoradora de profesión, se autodefine como una persona “alegre, muy positiva y a la que le gusta pasárselo bien”. Aprendió a cocinar gracias a su cuñado, a internet y a su gran aliada, la Thermomix. En sus platos, no es raro ver utensilios como soplete y sifón para hacer salsas espumadas. Habladora y “muy clara”, para ella la cocina “es uno de los placeres de la vida”. A MasterChef ha venido “a por todas”. “Voy a dar que hablar y de comer”. ¿Qué hara si gana? “Me tendréis que bajar del techo con una garrucha porque del salto que pego me quedo arriba agarrada”. Ojalá sea así.