Jerez

Cuarenta años más tarde

Hace 40 años vivíamos una España en blanco y negro que intentaba desatar las cuerdas de una dictadura impuesta tras una guerra

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Un amigo, muy poco ocurrente, me  preguntaba el pasado día 20 que qué estaba haciendo yo cuarenta años atrás, justo cuando Arias Navarro, entre sollozos, anunciaba aquello de “españoles, Franco ha muerto”. Pues estaba haciendo lo mismo que ahora, es decir trabajar que parece que es para lo que uno ha venido a este bendito país que, como hace cuarenta años, se sigue llamando España. Cuando saltan las efemérides, sobre tod0 aquellas que terminan en 0 ó en 5 siempre gusta de repasar los vivido, de mirar con nostalgia al pasado y de intentar un resumen de lo bueno y lo malo que ha sucedido desde entonces. Entonces vivíamos una España en blanco y en negro, que intentaba desatar las cuerdas de la dictadura impuesta tras una guerra entre hermanos y después de atravesar mil y una situaciones que parecían que tenían que desembocar en lo que terminó, en el destronamiento del régimen, del Movimiento Nacional, en la llegada de una figura regia como la de Juan Carlos y en un aperturismo de fronteras, de ideas, de formas, de culturas, de sentimientos, de ideologías. Hace cuarenta años comenzó a fraguarse una nueva España, una España que celebra, con sus muchos pros y sus muchísimas contras, sus cuarenta años de democracia, una democracia que fue difícil sacar a flote, una democracia que le debe muchísimo a Juan Carlos, a pesar de los pesares de sus elefantes y de sus elefantadas, y que le debe mucho a aquellos hombres que supieron sacar adelante la transición, que hicieron la Constitución, una Carta Magna que, obviamente, necesitará de reformas, como los pueblos todos de esta España al que algunos intentan desvertebrar se han reformado. Todo es susceptible de reforma, menos la memoria, esa memoria que a los que nacimos a mediados de los 50 nos trae rememoranzas de haber vivido el final de un régimen y el comienzo de otro, sin que los locos nostálgicos de una etapa, que ya fenecía mucho antes de que el llamado Generalísimo de los Ejércitos dijese adiós para siempre a las 4.40 horas del 20 N, lo pudiesen evitar Esperando la noticia estaba en la redacción de La Voz del Sur, en calle Bizcocheros.

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