Jerez

La huella de Juan Evangelista

Escribir de Juan Evangelista es hacerlo de un cristiano de verdad en estos tiempos donde serlo no está bien visto en ciertos sectores

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  • Juan Evangelista -

Único e irrepetibe. Indomable de carácter y domador de almas y corazones. Juan, Juan Evangelista, el del sombrero mejicano en la Feria, en un guiño a su hija que vive en tierras aztecas, el de la sonrisa agradecida siempre dibujada en su rostro, el de las felicitaciones navideñas personalizadas, ya goza de la paz al lado del Señor, de su Madre, Auxiliadora de los Cristianos y de su querida y admirada Inés, a la que tanto recordaba constantemente y que fue una santa anónima durante toda su existencia. Juan estuvo toda la vida al lado de María Auxiliadora y media vida y buena parte de la otra, desde que se "convirtió", recalco el entrecomillado, como él jocosamente comentaba, estuvo al servicio de los demás, como ejemplo de cristiano comprometido, sin dobleces y con entrega infinita a esos enfermos que visitaba a diario, hasta que las fuerzas se lo permitieron,  bien en el Hospital de la Seguridad Social, bien en el Sanatorio de Santa Rosalía y también a aquellos otros que, en casa,  necesitaban de su apoyo moral o material creando la Asociación de Alcohólicos Anónimos donde a tantos pacientes rescató, o favoreciendo a aquellos otros que precisaban de solidaridad o  formando a matrimonios cristianos en esos cursillos, fue cursillista de cristiandad, que eran conocidos en toda la provincia.Juan era un ejemplo claro de persona cabal, al que era difícil de convencer cuando entendía que estaba en el uso de la razón pero al que era muy fácil de conseguir cuando de alguna colaboración, del matiz que fuese, se tratase. Era tan querido que su jubilación terminó como los toreros en las grandes tardes, saliendo a hombros de la bodega González Byass a la que se entregó con la misma intensidad con que lo hizo en cada parcela de la vida en la que le tocó estar.

Escribir de Juan Evangelista es hacerlo de un cristiano de verdad en estos tiempos donde serlo no está bien visto en ciertos sectores, que se sentía cristiano y vivía como cristiano, de la misma manera que lo hizo su inseparable Inés que, al igual que él, pidió que no llevasen flores a su sepelio, que ese dinero lo entregasen a aquellos que estaban pasando hambre.

Nosotros pasaremos hambre de esa fe que Juan,  Juan Evangelista Camino, que fue en la mañana del martes Santo, sabía transmitir como pocos. Descansa en paz amigo, compañero, hermano de la Redención Salesiana en cuya primera junta de Gobierno estuvo como Oficial siendo partícipe de su difícil  transición hasta ser erigida hermandad,  y dale un beso a tu Inés,  con la que ya estás unido en la eternidad.

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