Jerez

Vecinos de la calle Nueva estallan: “Nos discriminan”

El guitarrista Chano Carrasco reclama una solución después de toparse con la negativa de empresas de paquetería, pizzerías e incluso taxis a entrar en la calle

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

La calle Nueva.

El guitarrista jerezano Chano Carrasco muestra orgulloso el rótulo de la calle Nueva.

  • Temen que acaben convirtiendo en un gueto el enclave donde nació la bulería y piden más presencia regular de las fuerzas de seguridad
  • El tocaor y otros residentes del barrio que le vio nacer están cansados de que en los últimos años la calle Nueva siempre se asocie con la inseguridad

“En el confinamiento no pude pedirle a mi hijo una pizza que llegué hasta a pagar. Me devolvieron el importe y me dijeron que el jefe no le dejaba venir a la calle”. Quien cuenta este episodio es el guitarrista jerezano Chano Carrasco, vecino “de toda la vida” de la calle Nueva y que estos días ha estallado, cansado de que a él y al resto de familias de este enclave tan mítico del barrio de Santiago “nos discriminen”, y preocupado porque la calle en la que nació la bulería y mundialmente conocida por su arte acabe convirtiéndose en un gueto.

Estamos hablando de una de las calles culturalmente más importantes de España. Nadie se preocupa por venir; nadie ha dicho voy a dar una vuelta y hablar con la gente"

La gota que colma el vaso ocurrió hace solo unos días. “Eso ya fue lo máximo, me llamaron y me dijeron que el paquete me lo dejaban en el bar, que en la calle no entraban. ¿Pero esto cómo va a ser, no sabes la importancia de ese paquete, ni lo que hay dentro? Me enfadé; no podemos seguir viviendo así”, señala, molesto, en un recorrido por la calle que le vio nacer, con varias paradas para saludar o presumir  de sus raíces. Se detiene, cómo no, en Cantarería, orgulloso de contar que “aquí empezó todo” o el antiguo asilo San José de la calle Taxdirt, que tenía la entrada en calle Nueva, y desde 2011 cerrado a cal y canto pese a los intentos frustrados por revitalizarlo. El último en 2018 para reformarlo y hacer viviendas con los fondos Edusi. “Esto daba mucha vida a la calle, pero no se concreta nada”, apunta.

No quiere protagonismo, pero también tiene claro que ni él ni las familias de la calle -algunas no quieren hablar porque consideran que “es para nada”-, se merecen seguir así. “Alguien tiene que decirlo. La calle tiene sus problemas, sí, pero también está tranquila, lo que te pasa aquí te puede pasar en otro sitio. Aquí pagamos nuestros impuestos como en la Plaza del Caballo. Le han creado una fama que la estamos pagando los que vivimos, porque ni quiere venir el taxi, ni el repartidor de pizza, o el de mensajería… cada día va a ser peor y aquí vivimos mucha gente normal”. En el transcurso de esa conversación saluda a Manuel de la Nina, que justo viene de hacerse una PCR para poder actuar este fin de semana. “¿Cómo estás de la voz?”, le pregunta. Son encuentros propios del barrio de Santiago. Acto seguido saluda a otro joven, que reivindica que en la calle Nueva "yo vivo muy bien y muy tranquilo".

A diferencia de lo que se pueda ver desde fuera, explica, ellos no tienen sensación de inseguridad, y aunque reconoce que “en la parte de arriba” es donde está “la zona más conflictiva”, donde hay viviendas ocupadas por personas extranjeras, tampoco le gusta generalizar. “Hay extranjeros sin papeles que no son problemáticos y a los que no les interesa meterse en problemas”, indica. ¿Qué ocurre? Que cuando hay un problema “se encaja aquí toda la Policía Nacional entera”, explica, y es la imagen que en los últimos años más se difunde de la calle Nueva, lo cual considera que les hace un flaco favor. “Esto no se arregla viniendo seis coches de la Policía como el que va a una guerra”.

Una postura que entiende que no sirve más que para alimentar más “la mala fama” de un barrio en el que sí echa en falta más presencia regular de la Policía y con una mayor implicación por parte del Ayuntamiento de Jerez.  “Ellos tienen que la responsabilidad de mirar por esto, de no dejarlo. No sé si es que el Ayuntamiento no tiene capacidad, pero me parece de una torpeza grandísima. Estamos hablando de una de las calles culturalmente más importantes de España que no se ha cuidado nada, no la han sabido vender. Es una de las pocas calles de Jerez que se conocen en el extranjero. Yo he estado de gira en Japón y en medio mundo y en el mundo del flamenco la calle que más se pronuncia en el mundo es la calle Nueva”, señala para referirse a la arteria principal del flamenco en Santiago, “al alma de Jerez”.

Le consta que las administraciones han puesto varios operativos de seguridad en marcha, pero echa en falta que los gobernantes hablen con los vecinos a pie de calle y que la inseguridad deje de ser la coletilla que más golpea a su barrio. “Los que están en la parte de arriba están más agobiados que el resto, es verdad, pero aquí viven 15 familias que llevan toda la vida en este barrio, y hay gente de medio bien que se hicieron unas casas preciosas. Nadie se preocupa por venir, nadie ha dicho voy a dar una vuelta y hablar con la gente”, añade. 

 Si el tocaor jerezano tiene que poner un punto de inflexión a la despoblación y a los problemas en este entorno, retrocede al año 2000. “Mucha gente mayor se fue a los pisos que entregó el Ayuntamiento y se quedaron muchas casas vacías, en las que se metió gente que no eran de la calle”, explica.

Ahora solo espera que alguien dé un paso al frente y que su barrio pueda seguir siendo tan admirado como lo sigue siendo en medio mundo para el flamenco.

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN