La escritura perpetua

Fumata negra

La vida imita al arte, dijo Oscar Wilde mientras apuraba una copa de champán en una de esas deslumbrantes fiestas de la aristocracia inglesa que se preparaba para liquidar al ilustre dramaturgo

La vida imita al arte, dijo Oscar Wilde mientras apuraba una copa de champán en una de esas deslumbrantes fiestas de la aristocracia inglesa que se preparaba para liquidar al ilustre dramaturgo mientras le sonreía con dientes de oro. La sorprendente dimisión de Benedicto XVI se parece a la peripecia de la magnífica película 'Habemus Papam', de Nanni Moretti, estrenada en el invierno de 2011, con un sensacional Michel Piccoli de protagonista. Es la historia de un cardenal discreto y bueno que sale elegido Papa después de muchas votaciones con fumata negra, y trata de renunciar ante la dura negativa de la curia empeñada en que siga en el cargo. El Papa se pone un día traje y corbata y se lanza a pasear por las calles de Roma, solo, hasta darse cuenta de que en la atmósfera de una parroquia pobre o en una taberna en la que unos jóvenes tocan tranquilamente la guitarra puede esconderse la felicidad. El Vaticano es frío.
     El Vaticano es frío, sí, ha debido pensar Joseph Ratzinger, un anciano de 85 años con la cabeza llena de teología, al que el paso del tiempo ha dulcificado el rostro hasta convertirlo en un abuelo de gesto apacible y sereno, con unos ojos líquidos por los que se asoman Dios y la muerte. Madrid se llenó en agosto de 2011 de banderas amarillas y blancas, los colores del Vaticano, durante las Jornadas de la Juventud y Benedicto XVI ofició una misa en medio de una descomunal tormenta de verano con aspecto risueño pese al vendaval ante decenas de miles de personas.
     Se pensó que Ratzinger era un inquisidor y ha resultado ser un escritor. Este inmenso teólogo deja muchos libros en los que reflexiona sobre Dios con una prosa sencilla. Ahora dicen que quiere retirarse a un convento para leer y escribir. Tal vez un día acuda a una iglesia remota para escuchar el sermón de un sacerdote anónimo. La vida, sí, imita al arte.
     Las razones de la dimisión del Santo Padre resultan una incógnita. Cada cual enumera las que considera más lógicas. Como la enfermedad o las intrigas existentes en el Vaticano. O la lucha de Ratzinger contra la pederastia en la Iglesia desde que accedió al Papado. Nadie puede asegurar nada. El reinado de Benedicto XVI ha sido breve: poco más de siete años. Juan Pablo II, a cuya sombra ha vivido permanentemente Ratzinger, fue Papa durante más de cinco lustros para desesperación de los papables, algunos de los cuales se murieron esperando su oportunidad tras observar la longevidad de Wojtyla, que además iba hacia la santidad.

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