Netflix parece haber encontrado en el universo de la prolífica y exitosa escritora
Elísabet Benavent una atractiva fuente de inspiración para sus nuevos proyectos. Ya ha convertido en serie la saga sobre
Valeria y ahora acaba de estrenar el largometraje
Fuimos canciones, primera de las dos entregas de
Canciones y recuerdos.
El encargo ha sido asumido por Juana Macías, que venía de estrellarse con
Bajo el mismo techo. Tampoco sale muy airosa de la realización de una película cuyo aparente guion pierde fuerza con una puesta en escena impersonal más próxima a un anuncio de Ikea o de compresas que al tono que reclama una historia inmersa en un vaivén constante que va de la comedia romántica al drama ligero, sin que sepa encontrar el equilibrio entre ambas fuerzas.
El ejemplo más evidente se encuentra en el propio título del filme:
Fuimos canciones. Lo que debería suponer una declaración de intenciones es una mera referencia puntual, desde el momento en que desaprovecha el elemento emocional que puede proporcionar la alianza entre música y romance como atractivo vínculo narrativo. Todos hemos sido canciones, pero, pese al título, sus protagonistas parecen más aficionadas al enredo que a las melodías pegadizas.
Y es una pena esa descompensación de fuerzas, intenciones y posibilidades desde el punto de vista fílmico, porque el guion, más allá del estereotipo y las zonas comunes -el cóctel amor y sexo en la ciudad-, ofrece líneas y personajes interesantes, e incluso propone situaciones que quieren escapar a cierto cliché, sobre todo en lo concerniente al ámbito romántico de la historia, que aportan un nuevo punto de vista aunque sin asumir excesivos riesgos, como demuestra la doble secuencia final.
En cualquier caso, lo que verdaderamente salva a la película de la irregularidad es su extraordinario elenco femenino, comenzando por la protagonista,
María Valverde, que sabe sacar brillo a su personaje en todas las circunstancias, y acabando por las secundarias que la acompañan. Lo de
Susana Abaitua ya supera cualquier expectativa: tiene don y talento, pero sobre todo naturalidad ante la cámara; y
Elisabet Casanovas compone con gracia y sinceridad el personaje más desastroso de un trío que completa
Eva Ugarte, otro gran y reciente hallazgo televisivo.