La Pasión no acaba

Tacones y paraguas

Ocupan las esquinas monumentales de los rincones emblemáticos de la ciudad. Visten trajecito normalmente con un color principal, con falda casi siempre...

Publicado: 21/07/2022 ·
11:31
· Actualizado: 21/07/2022 · 11:31
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
  • Autobús turístico. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

VISITAR BLOG

Ocupan las esquinas monumentales de los rincones emblemáticos de la ciudad. Visten trajecito normalmente con un color principal, con falda casi siempre, el pelo cuidado, a veces con incómodos zapatos de tacón, suelen llevar un pañuelo al anudado cuello y se han maquillado -como hacen cada jornada- para mostrar su mejor cara. En la mano alzan al viento de la mañana el díptico en el que anuncian el paseo en autobús por la ciudad o la travesía por el Guadalquivir que incluye transitar por el vientre del afamado puente de Triana.

Buscan clientes, se acercan a los ciudadanos que vienen a visitarnos de otras tierras y ofrecen su mejor sonrisa para captar a matrimonios y familias enteras. Dan lo mejor de sí, suelen ser mujeres y están ubicadas en lugares estratégicos. Son muchas horas de pie, y se les nota en los breves paseos que se ven obligadas a dar para no sentir agarrotamiento en las piernas, que doblan de vez en cuando para estirar los músculos

Hoy he pasado a le hora de comer, ya avanzada, por los aledaños de un monumento universal y he visto a una de ellas, trabajadora que se gana la vida intentando vender boletos para estos viajes efímeros llamados a mostrar en un tiempo breve toda una eternidad. El termómetro marcaba algo más de 40 grados y la mujer alternaba los resoplidos con las sonrisas mientras movía de un lado a otro el pañuelo con la misma mano que sostenía el papel impreso con los precios de los viajes.

Se ayudaba en la mano, que no ocupaba con el díptico, de un paraguas a juego con el uniforme. Con él se protegía de los violentos rayos de sol que escupían fuego contra las piedras centenarias de una ciudad hermosa que a esa hora refugiaba al fresco de sus escondites a la mayoría de los lugareños mientras los visitantes de otros países andaban -a pesar de la lava que parecía el alquitrán- absortos por la elevada temperatura y por la sobresaliente belleza del entorno que les obligaba a abrir la boca buscando oxígeno y mostrando asombro mientras miraban a lo alto de un lugar paradisiaco.

En la ciudad también hay personas que trabajan al sol y hacen lo que pueden por protegerse. Es cierto que pueden usar paraguas, si las fuerzas le dan para cargarlos abiertos en la mano toda una jornada, pero no pueden echarse agua por la cabeza o buscar la sombra de un árbol. Trabajan como el que más y buscan ganarse un sueldo. Ponen su mejor cara y dan lo mejor de sí. Algunas de ellas hablan varios idiomas y aunque no les compres la oferta maravillosa que te ofrecen siempre tienen una sonrisa. Tacones y paraguas. Un respeto.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN