Jerez

Nadie puede vivir sin amor. Douglas Serrano, Venezuela

Huyó de Venezuela tras el asesinato de una de sus mejores amigas. La música, que era guía de su vida, se ha convertido también en salvación en nuestro país

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Douglas en un estudio de grabación.

Douglas forma parte de la colección de historias Irrepetibles de CEAin

  • Douglas no sabía cuál sería su destino y terminó en Jerez, cuando le asignaron una plaza de protección internacional de CEAin

Cuando conozco a Douglas me quedan claras dos cosas: que tiene la capacidad de llenar de luz una habitación con su calidez y su simpatía, y que ama la música. Afirma que la voz es el instrumento más puro que existe, porque no lo vas a encontrar en ninguna tienda. En Venezuela se formó con reconocidos tenores y sopranos, pero su pasión va mucho más allá de las técnicas vocales: «cuando canto me encuentro con mi ser interior».

"No pude decirle a nadie que me iba porque tenía miedo de que me mataran. Aquí no se sabe lo que pasa allá, cada venezolano tiene una historia en su memoria"

Este amor por la música lo compartía en Venezuela con su mejor amiga, Anna.

Pese a ser una compositora estupenda, Anna tenía un miedo escénico terrible, por eso no se atrevía nunca a cantar las canciones que componía. Un día Douglas quiso sorprenderla interpretando uno de sus temas. Fue tan bello el resultado que, desde entonces, siempre componían juntos. Como casi todos los artistas, compaginaban la música con el trabajo habitual. Anna ejercía como abogada y consultora jurídica en una empresa estatal y Douglas, economista, trabajaba en el área de compras internacionales. En su tiempo libre eran inseparables y trabajaban en su proyecto musical común.

Hasta el día en que todo cambió.

«Era viernes. Última semana de vacaciones para ambos. Habíamos ido a Puerto Píritu del Caribe con nuestro grupo habitual de amigos, hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Llamé a Anna para hacer choripanes en casa de una amiga en común, pero me dijo que estaba cansada, acababa de visitar a su prima que había dado a luz, así que fui yo solo. Estaba preparando el carbón cuando escuché fuegos artificiales, me extrañó porque no era temporada de béisbol. Entonces me alegré mucho porque vi acercarse el coche de Annatocando el claxon. Salí a recibirla: “¡Qué bueno! ¡Pensaba que no venías!” Vi que ella me hacía señas desde el coche: “¡Apúrate, ven!” Pensé que estaba bromeando “¡Ya voy!” De pronto vi cómo dos hombres armados y vestidos de negro se alejaban y se metían en un coche.

Entonces recordé el sonido de fuegos artificiales.

Cuando llegué al coche de Anna vi que una de las ventanas estaba rota. “Le han robado” - pensé. Ella me hacía gestos mientras yo intentaba abrir la puerta que estaba atascada. A toda prisa rodeé el coche para llegar a la otra puerta que sí conseguí abrir. Me dijo: “Douglas” con una extraña calma, “me dispararon…” y vi en su brazo izquierdo un agujero gigantesco. “Cálmate, estoy aquí, respira”, le dije mientras llamaba a mis amigos. Intenté agarrarla, pero al levantar uno de sus brazos, éste se desplomó, le hablaba y ya no me respondía. La bajé del coche y la puse en el suelo, se me resbalaba. Le hice el boca a boca, pensé que se había desmayado. Llegó la Policía, no me separé de ella ni un segundo. Le quitaron la ropa y fue cuando vi que había otra herida de bala en su costado izquierdo. Entonces comprendí que estaba muerta. De un momento a otro ya no estaba más».

Anna fue asesinada por haber tenido en su trabajo acceso a documentos, sin ni siquiera saberlo, que después alguien quiso ocultar. Por estar relacionado con ella, a Douglas lo interrogaron mil veces. Empezó a perder privilegios en su empresa y un día terminó con una pistola apuntando su cabeza. «Después de aquello no me atrevía ni a asomarme al balcón. Vivía en automático. Lloraba sin darme cuenta». Tras ir a un psicólogo empezó a planear su salida del país. «Suponía dejar atrás toda mi vida, toda mi familia. No pude decirle a nadie que me iba porque tenía miedo de que me mataran. Aquí no se sabe lo que pasa allá, cada venezolano tiene una historia en su memoria».

Douglas llegó a España y pidió asilo. «Pasé de tenerlo todo a no tener nada. A vivir con una ayuda de 300 euros, organizándome para que me alcanzara la comida. Muchas veces no he tenido para transporte y he ido andando. Me he puesto ropa donada. Nunca piensas que vivirás todas estas cosas. Éramos felices cuando éramos felices y no lo sabíamos. Qué privilegio tener la vida que quieres, aunque no seas rico. Tenemos que cambiar de mentalidad, ayudar a las personas, valorar al anciano que lo dio todo por tu país cuando tú apenas empezabas a ser, proteger los valores, la belleza, cuidar las calles y no dañar todo aquello que está ahí para tu bienestar… No esperemos que los políticos lleven a cabo grandes cambios, ellos están ahí porque nosotros los elegimos y deben cumplir su trabajo, pero somos nosotros los que tenemos que tomar las riendas de nuestras vidas».

Douglas no sabía cuál sería su destino y terminó en Jerez, cuando le asignaron una plaza de protección internacional de CEAin. «La gente de Jerez es muy receptiva, es un lugar único. He comprendido a través de la cultura jerezana de dónde vienen algunas músicas de mi país. La Gaita Zuliana es una mezcla del canto de chirigota del carnaval de Cádiz con el ritmo de la zambomba de Jerez. Venezuela fue una colonia y allí hay una fusión de estilos musicales de todo el mundo. La gente de Zulia es como la de Cádiz: hospitalarios, ruidosos… aquí comprendí de dónde venía parte de mi cultura. Tienes que empezar de cero, trabajar para poder comer. Pero eso no me quita las ganas ni los sueños de seguir cantando, cantar todos los días de mi vida. No hablo de fama, sino de hacer lo que me gusta, de ser quien soy: Douglas Serrano, el cantante. Ese soy».

Douglas vive actualmente en Málaga. Trabaja y sigue cantando. En Spotify se puede escuchar la canción: Nadie puede vivir sin amor, en honor a Anna Guerrero, «Quiero que se sepa que fue una de las mejores compositoras que he conocido. Es un canto al amor. Ahí estamos los dos».

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