Es un grupo de edificios que llama la atención del visitante por estar en medio de la nada, en medio de ninguna parte en las
cercanías de la carretera de Cádiz, en Sevilla. Aunque de complejo acceso en la Fundación Laboral de la Construcción se ha convertido en uno de esos templos del misterio en un punto en el que está prohibida la entrada.
Acceder a su interior se antoja como
una tarea casi imposible, sobre todo porque las ventanas están tapiadas y se tendría que subir haciendo un esfuerzo y escalando hasta el primer piso a unos 5 metros de altura. Pero una ventana trasera, del primer piso, está abierta y es por donde muchos han entrado en su interior.
Dice que este complejo era una escuela y, puede, que es un pasado tuviera esa función pero cuando se accede a su interior lo que
se descubre es que tiene más morfología de viviendas e, incluso, tiene la distribución de pisos, de viviendas particulares. Con una puerta de entrada, un pequeño salón, cocina, baño y dos habitaciones -en algún caso solo una-.
Se puede ir de un piso a otro o pasar de un bloque a
otro a través de boquetes que rompen los tabiques y que hacen que todo sea un complejo laberinto al que se accede de un lugar a otro.
Es impresionante ir,
iluminado con la linterna, por el interior de los mismos. Contemplar como hay muñecos, sillas, aparadores o como se ha vandalizado un lugar que jamás debería haber vista rota su calma.
Tal vez por todo ello suceden los hechos que se manifiestan en su interior, donde los investigadores que han tenido la oportunidad de entrar dentro de los mismos hablan, a las claras, de "fuerzas que mueves esos despojos de mobiliario", "muñecos que se mueven" o "voces que se escuchan y que salen de la nada".
Allí he podido investigar hace un tiempo merced a las orientaciones que mi compañero en Canal Sur, Jesús García, me realizó.
En una segunda visita al lugar pude captar una voz que decía,
claramente "marchaos" o "ayúdame" y que implicaba que lo que se comunicara con nosotros precisaba de esa acción por nuestra parte. Igualmente los aparatos de medida que solemos utilizar mostraban niveles muy altas o numerosas orbes que aparecían en las imágenes y que más que una explicación del más allá era el polvo en suspensión que había debido a nuestra presencia.
Si encontramos testimonios que son a tener en cuenta, allí se hacen prácticas siendo los bomberos los que más acuden a las mismas, uno de ellos me decía: «allí se hacían prácticas y en una ocasión de las que se fue allí subimos por la escalera y yo me quedé cerrando grupo, entonces sentí, tras de mí, como alguien me tiraba de la ropa y, al girarme vi a
un señor vestido de paisano que era imposible que estuviera allí. Me quedé sorprendido y al ir a bajar ya no había nadie. Entonces un compañero me dio en el hombro como diciendo « ¿Qué haces?» y fue cuando ya tiré para arriba sin que viera más a esa persona que, por supuesto no pudo entrar por ningún sitio y que allí no estaba». ¿Qué fue lo que vio? Él sólo me respondió: "un fantasma".
Recorrer sus pasillos, sus angostas escaleras, entrar en una vivienda u otra, es hacer un viaje al pasado donde, en cada hogar abandonado que se visita
hay una historia que contar, que descubrir o con al que sobrecogerse.