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El programa La Pasión, en su entrega sobre la figura del nazareno, abordó el simbolismo y la evolución de los elementos penitenciales desde una perspectiva histórica. Expertos como Rocío Plaza y Reyes Pro analizaron el conflicto entre el anonimato religioso y las restricciones legales a lo largo de los siglos.
Rocío Plaza explicó que “la cuestión del rostro cubierto no era solo devocional, sino que también generó tensiones con el orden público”, ya que las autoridades temían abusos y delitos bajo el anonimato del antifaz. En Sevilla, a diferencia de otras ciudades, se logró mantener esta tradición desde el siglo XVII, aunque con dificultades. “En 1777, incluso con el poder absoluto del Estado, el arzobispo y el asistente Olavide impusieron el uso del rostro descubierto por orden legal”, apuntó.
Reyes Pro añadió que, para muchos ilustrados de la época, como el arzobispo Cardona, “estas formas de penitencia se consideraban supersticiones medievales”. Sin embargo, defendió que el anonimato siempre fue esencial en la figura del nazareno: “Eran pecadores que buscaban el perdón de forma discreta; esconder el rostro era parte de esa espiritualidad”.
Ambos expertos recordaron que las penitencias extremas llegaron a ser motivo de orgullo. “Había casos documentados donde una mujer consideraba un piropo que le salpicaran sangre de un penitente”, señaló Reyes Pro, ilustrando así la intensidad del fervor barroco.
Un dato curioso revelado en el programa es que algunas reglas antiguas permitían descubrir el rostro del penitente en caso de desmayo, lo que da cuenta de la dureza de aquellos actos de fe.
Vuelve a ver el programa completo en la última entrega de La Pasión.