El verano de nuestros hijos

Publicado: 23/06/2009
Ahora que vienen las vacaciones se plantean cuestiones importantes sobre los hijos, qué harán nuestros hijos durante 90 días a plazo fijo. Los padres procuramos combinar una doble vertiente que es la comprensión-libertad con la disciplina-norma. Son dos cosas que tratamos de conjugar. Sabemos que nuestros hijos necesitan crecer en libertad, pero por otra parte tenemos el miedo que mal usen esa libertad cuando todavía no están capacitados. Entonces hay dos extremos: o que eduquemos excesivamente rígidos o que nuestros hijos tengan excesiva manga ancha y terminen perdiéndose en drogas o cualquier vicio.


Un informe internacional en el que han colaborado seis países demuestra que se puede tener en cuenta ambas coordenadas para dibujar una educación emocional que hace además de niños listos y responsables, niños desenvueltos y felices. Estos países son España, Reino Unido, Suecia, Holanda y Alemania además de Estados Unidos.

En verano cada padre estudia las posibilidades que tienen sus hijos de descansar pero también de aprovechar el tiempo, una vez demostrado que la televisión y el PC no son buenos aliados de la educación.

Los campamentos constituyen una opción más que buena en el que los niños combinan todo tipo de actividades físicas, artísticas, intelectuales y sobre todo de relación. Son fundamentales para una parte importante de las familias y la oferta de estos campamentos ha ido aumentando con los años. Afortunadamente hoy están al alcance de cualquiera aunque quizá no hay suficientes plazas para los niños. Hay muchas familias que recurren al ya sabido Superabuelo (por cierto, la chirigota de esta edición del Carnaval al menos tenía que haberme pedido los derechos de autor pues fue tema tocado y con igual título por El Arca de Lucano con anterioridad). A los abuelos les recae la pesada responsabilidad de cuidar y entretener y hacer crecer a los niños. Hay familias que dejan a los niños solos en casa. Cada uno tantea las posibilidades.

Deberíamos de tener en cuenta dos cosas: que son momentos de descanso y que el niño requiere un cambio de actividades. Por otra parte es lamentable que el niño no tenga opciones de divertirse y de crecer en todos los sentidos durante este tiempo.

Recuerdo en mi época de estudiante escuchar a muchos compañeros decir: “qué aburrimiento”, cuando se enfrentaban a la larga temporada estival de vacaciones.

Si sembramos bien en su conciencia tenemos la posibilidad de darles más libertad, porque su conciencia bien formada hará el efecto de nuestra disciplina.

Hay un punto de inflexión que sentimos los padres a la hora de educar a nuestros hijos. No nos atrevemos a darles toda la confianza del mundo por miedo a que abusen de esa confianza y acogotamos el cariño porque no sabemos si van saber usar toda esa confianza que le damos. Aquí tenemos una gran ventaja los católicos, los cristianos, porque damos ese cariño y esa libertad sabiendo que tienen bien formadas su conciencia y la gracia en su corazón.

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