Mundo
Joven y absolutamente preparado
Un gran palmarés Recién cumplidos los 18 años, Ya tiene una Copa del Rey, una Copa ULEB y una plata olímpica
El ídolo de Ricky Rubio duerme en la habitación de al lado. Es su hermano Marc, dos años mayor que el base del DKV Joventut, la gran referencia deportiva para Ricard, Ricky Rubio (El Masnou, Barcelona, 21-10-1990), por encima de los jugadores de baloncesto que cuelgan en las habitaciones de los adolescentes de todo el mundo.
Aún lesionado en la muñeca derecha, una rotura en el ligamento escafolunar que le ha impedido estrenarse esta temporada, Ricky Rubio repasa sus tres años en la elite del baloncesto. “Lo importante es trabajar y tener en cuenta que lo que se hace en este club se hace en muy pocos sitios, sacar gente de la cantera y confiar en ellos”, comenta Rubio.
Recién estrenada la mayoría de edad, con una Copa del Rey, una ULEB y una medalla de plata olímpica en su palmarés, el jugador más joven en debutar en la ACB, con 14 años y 11 meses, recuerda que su carrera deportiva no la fraguó su admiración por ningún ídolo de la NBA ni la ACB, sino por su hermano Marc, ahora en el CB Prat, equipo vinculado al Joventut.
“Él siempre conseguía lo que se proponía y yo quería seguir sus pasos. Ha sido mi mejor espejo. Siempre ha sido mi referente. Debutó en el Joventut con 16 años, empezó con la selección catalana, luego con la española, y yo quería hacer lo mismo”. ¿Ni siquiera Jordan, Magic, algún jugador de la NBA? “Podría decir que son dos ídolos, pero de ellos no he aprendido tanto como de mi propio hermano. Y además, le tengo mucho más cerca”, sostiene Rubio.
Su compromiso con el joventut
La figura de su hermano ayuda a entender además el robusto compromiso de Ricky con el Joventut de Badalona. De momento, ha sorteado las ofertas, algunas tan cercanas y jugosas como la del Barcelona, por su fidelidad al club que le ha convertido en jugador profesional.
“Fue hace ya unos cuantos años, en un campeonato infantil en Toledo, yo tenía diez años y jugaba en El Masnou. Mi hermano jugaba en el Joventut y la final era contra el Barça. Falló un tiro libre en el último momento y el partido se fue a la prórroga. Al final, perdió el partido, y un directivo del Barça le dijo una cosa muy fea, ‘si hubieras estado en el Barça habrías sido campeón’. Eso me tocó tanto el corazón que fui corriendo a un directivo de la Penya a decirle que el año siguiente, ganaríamos el campeonato”. Y así fue. “Me decidí por el Joventut por ese detalle”.
Ocho años después, Ricky Rubio es la batuta del Joventut y en cada aparición pública parece obligado a recordar que sigue siendo un chico normal. “Jugar bien al baloncesto no me convierte en una persona superior. Llevo una vida normal y si se me suben los humos, mi familia ya me recuerda que esto solo es un deporte”.
Aunque su ascendencia en el equipo ha crecido hasta el punto de convertirle en uno de los referentes del Joventut, Ricky tiene claro que sigue siendo “el joven del equipo, el que lleva las bolsas cuando toca”, y que su margen de mejora es todavía muy amplio. “Tengo que mejorar en todo porque no soy perfecto en nada. Debo mejorar la izquierda y el tiro, ese pequeño defecto que tengo pero que no me obsesiona”.
Mientras espera su reaparición (“no me atrevo a dar una fecha exacta porque aún no puedo botar bien”), Ricky asume con normalidad las noticias que llegan de Estados Unidos. Allí le sitúan ya entre los favoritos del draft de 2009.
De la posibilidad de jugar algún día en la NBA, tiene claro que “no es el momento de pensar en eso porque no sería positivo”. Antes, Ricky terminará el bachillerato, elegirá una carrera -”aún no me he decidido”- y probablemente se sacará el carné de conducir. “La semana que viene ya tengo el examen teórico. Espero aprobarlo, aunque mi padre reza para que suspenda y poder quedarse con el Mercedes”, sonríe.
Aún lesionado en la muñeca derecha, una rotura en el ligamento escafolunar que le ha impedido estrenarse esta temporada, Ricky Rubio repasa sus tres años en la elite del baloncesto. “Lo importante es trabajar y tener en cuenta que lo que se hace en este club se hace en muy pocos sitios, sacar gente de la cantera y confiar en ellos”, comenta Rubio.
Recién estrenada la mayoría de edad, con una Copa del Rey, una ULEB y una medalla de plata olímpica en su palmarés, el jugador más joven en debutar en la ACB, con 14 años y 11 meses, recuerda que su carrera deportiva no la fraguó su admiración por ningún ídolo de la NBA ni la ACB, sino por su hermano Marc, ahora en el CB Prat, equipo vinculado al Joventut.
“Él siempre conseguía lo que se proponía y yo quería seguir sus pasos. Ha sido mi mejor espejo. Siempre ha sido mi referente. Debutó en el Joventut con 16 años, empezó con la selección catalana, luego con la española, y yo quería hacer lo mismo”. ¿Ni siquiera Jordan, Magic, algún jugador de la NBA? “Podría decir que son dos ídolos, pero de ellos no he aprendido tanto como de mi propio hermano. Y además, le tengo mucho más cerca”, sostiene Rubio.
Su compromiso con el joventut
La figura de su hermano ayuda a entender además el robusto compromiso de Ricky con el Joventut de Badalona. De momento, ha sorteado las ofertas, algunas tan cercanas y jugosas como la del Barcelona, por su fidelidad al club que le ha convertido en jugador profesional.
“Fue hace ya unos cuantos años, en un campeonato infantil en Toledo, yo tenía diez años y jugaba en El Masnou. Mi hermano jugaba en el Joventut y la final era contra el Barça. Falló un tiro libre en el último momento y el partido se fue a la prórroga. Al final, perdió el partido, y un directivo del Barça le dijo una cosa muy fea, ‘si hubieras estado en el Barça habrías sido campeón’. Eso me tocó tanto el corazón que fui corriendo a un directivo de la Penya a decirle que el año siguiente, ganaríamos el campeonato”. Y así fue. “Me decidí por el Joventut por ese detalle”.
Ocho años después, Ricky Rubio es la batuta del Joventut y en cada aparición pública parece obligado a recordar que sigue siendo un chico normal. “Jugar bien al baloncesto no me convierte en una persona superior. Llevo una vida normal y si se me suben los humos, mi familia ya me recuerda que esto solo es un deporte”.
Aunque su ascendencia en el equipo ha crecido hasta el punto de convertirle en uno de los referentes del Joventut, Ricky tiene claro que sigue siendo “el joven del equipo, el que lleva las bolsas cuando toca”, y que su margen de mejora es todavía muy amplio. “Tengo que mejorar en todo porque no soy perfecto en nada. Debo mejorar la izquierda y el tiro, ese pequeño defecto que tengo pero que no me obsesiona”.
Mientras espera su reaparición (“no me atrevo a dar una fecha exacta porque aún no puedo botar bien”), Ricky asume con normalidad las noticias que llegan de Estados Unidos. Allí le sitúan ya entre los favoritos del draft de 2009.
De la posibilidad de jugar algún día en la NBA, tiene claro que “no es el momento de pensar en eso porque no sería positivo”. Antes, Ricky terminará el bachillerato, elegirá una carrera -”aún no me he decidido”- y probablemente se sacará el carné de conducir. “La semana que viene ya tengo el examen teórico. Espero aprobarlo, aunque mi padre reza para que suspenda y poder quedarse con el Mercedes”, sonríe.
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