Planteamos la pregunta que encabeza este artículo inspirado por las declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno, Ione Belarra, en las que acusaba al dueño de Mercadona, Juan Roig, de practicar un “capitalismo despiadado”, palabras que fueron secundadas posteriormente por su compañero de partido Pablo Echenique. A estas afirmaciones, se ha dado respuesta por parte del aludido manifestando que son los empresarios los que generan riqueza.
Antes de hablar de lo que considero el tema de fondo, se me permitirá una maldad, que no puedo reprimir, a propósito de Pablo Echenique, ya que, como pude leer en un tweet recientemente, resulta curioso (y trágico) que se acuse de capitalista despiadado a quien emplea a más 90.000 trabajadores en España por parte de quien ni siquiera fue capaz de dar de alta a su asistente (y fue multado con 11.040 euros por ello).
Entrando, ahora sí, en lo que considero relevante de este tema. En primer lugar, ni que decir tiene que a este país le iría bastante mejor si tuviera muchos Juan Roig ya que son este tipo de perfiles emprendedores de lo que carecemos. Seríamos la vanguardia económica de occidente. En segundo lugar, no puedo estar más de acuerdo con el sr. Roig pues considero que es el capital y la dirección de la empresa por parte de este, el que genera riqueza al hacer que los negocios sean mucho más eficientes y por tanto rentables, lo que a su vez redunda en la generación de nuevas inversiones y riqueza. Pero, en tercer lugar, tampoco puede excluirse de la ecuación a los trabajadores pues estos también generan riqueza, algo que a veces se olvida por parte de los más ultraliberales.
A mi juicio es la simbiosis de ambos factores lo que genera valor y riqueza. La mano de obra dirigida por el capital, que es el que arriesga parte de su patrimonio (si no todo) y que por ello se ocupa de dirigir la empresa para hacer la lo más rentable y eficiente. La posibilidad de crear un mundo sin empresarios, sin capitalistas, solo de trabajadores, ha sido ya sobradamente probada a lo largo del siglo XX (prolongándose aún en el XXI) dando como resultado en todos los casos un estrepitoso fracaso. Piénsese en las colectivizaciones operadas en la Unión Soviética, Rumanía, Hungría, Vietnam, Camboya, Corea del Norte, Cuba, y un largo etcétera de países que con la afirmación por bandera de que los empresarios se apropian ilegítimamente de la plusvalía generada por los trabajadores no trajeron más que ruina y miseria a los millones de ciudadanos que vivieron (más bien sufrieron) durante décadas bajo esa ideología.
Frente a todo lo anterior, considero que, lejos de demonizar a aquellos empresarios que han tenido éxito (ahora Juan Roig antes le tocó a Amancio Ortega y su Inditex), se debe buscar el justo equilibrio entre esas dos fuerzas creadoras de riqueza, la mano de obra y el capital. La salvaguarda de los derechos de los trabajadores sin menoscabo de la libertad de empresa, ahí se deben centrar nuestros esfuerzos y no en la polarización de la sociedad entre buenos y malos.
