Mala prensa

Publicado: 02/04/2022
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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No solo necesitamos acuerdos, sino políticos a la altura de esos acuerdos, y, en especial, a la altura de lo que se espera de ellos, seas congresista o alcalde
No sé si han leído en alguna ocasión un poema de Góngora. Porque, ¿quién se iba a leer un poema de Góngora de chico con la cara de sieso con la que te lo sacaban en el libro de Lengua, y encima teniendo al lado el retrato de Quevedo con su melena rizada, sus anteojos redondos, su perilla de buen espadachín de la época, su cruz de Santiago, y su insuperable e inspirador sentido del humor: érase un hombre a una nariz pegada?

Pues Góngora también tiene poemas insuperables. Lo que ha tenido siempre es muy mala prensa, que es de lo que huye hoy en día cualquier político con aspiraciones, aunque no sepa ni lo que cuesta un café -como le pasó a Rodríguez Zapatero en aquel programa de televisión- o un bote de detergente, como si las aspiraciones y la vida real fueran cada una por un sitio distinto. En realidad suele funcionar así, pero en un político resulta más evidente, sobre todo por la cara de “yo no fui” que se les queda cuando se les pregunta por el precio de un café, se les piden explicaciones por confundir el ocio con el trabajo, por sus amistades peligrosas o por el voto en la asamblea de un consorcio público.

Este viernes, mientras hacía la compra, empecé a notar como un sudor frío a medida que iba comprobando el incremento de los precios apenas de un mes a otro; y no era una cuestión de cuatro o cinco céntimos, sino de 30, 50 y hasta 1,60. El mismo sudor frío que cuando repostas gasolina y ves que con el mismo dinero que hace unos meses solo te ha dado para la mitad de litros que entonces, o cuando te llega el recibo de la luz y te persignas antes de romper el sobre, y espérate al de la hipoteca con el nuevo tipo de euríbor al alza.

En el Congreso les basta con tirarse el IPC a la cabeza para demostrar lo concienciados que están con la situación por la que atraviesa España, o con incluir la palabra “fascista” en algunos discursos para lucirse después en redes, pero dudo que les inquiete siquiera cuánto les ha subido el precio de la leche, si la bolsa de bollitos de pan de un euro trae dos menos que la semana pasada, a cuánto está el litro de aceite de oliva o si el tres por dos es un camelo.

Lo habrán leído o escuchado: el PP no ha elegido este fin de semana a su nuevo presidente, sino al nuevo presidente del Gobierno. Es el problema de confundir de nuevo las aspiraciones con la realidad. Y no porque Alberto Núñez Feijóo no se vaya a convertir en presidente del Gobierno, incluso en un buen presidente del Gobierno -además tiene buena prensa, como Quevedo, pero también la tenía Casado, que ha acabado convertido en el Góngora del PP-, sino porque hasta que haya que decidirlo queda todavía mucho, y lo que se necesita en este momento son acuerdos que ayuden a afrontar desde cierta unanimidad, o desde una sobrada mayoría, la situación en la que nos encontramos como país, víctimas de la improvisación y bajo efecto retardado. Y no solo acuerdos, sino políticos a la altura de esos acuerdos, y a la altura de lo que se espera de ellos.

No se espera, por ejemplo, que un alcalde renuncie al cargo, sin más, a poco más de un año para las elecciones. Pero, como suele decirse, “en mi hambre mando yo”. El caso es que no hay hambre como tal, porque antes de renunciar al cargo te has asegurado un sueldo superior en otro ente público provincial que presides y que hasta ahora no era remunerado, pese a que las competencias siguen siendo las mismas que cuando no cobrabas. Y pese a que el ente no tiene deudas, ni préstamos y ha dado superávit en el último ejercicio, entiendes que el cargo requiere de una dedicación exclusiva. Como si ya no fuésemos sobrados de sueldos en cargos públicos, uno más, y creando precedente: a ver quién le dice al que te suceda en un año y medio que se lo quite.

Cuenta Emilia Landaluce en su libro a cuatro manos, Sobre nosotras, sobre nada, que Pedro J. Ramírez les decía en la redacción de El Mundo que “hacer periodismo es lo más parecido a hacer política sin responsabilidad”. Se ve que lo de Pedro J. no son los vaticinios.

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