Hubo un argentino que decidió la final particular que jugaba el Málaga CF ante el
Deportivo Alavés. Con el corazón en cada remate, con la convicción de cualquier compatriota suyo horas después de ver a
Messi levantar la ansiada copa dorada,
Chavarría corrió a ese balón que le puso Villalba para el único gol del partido. Que era un partido y era una vida entera pasando por delante de los blanquiazules, que tenían prohibido perder, por su bien futuro y el de su gente.
Se cerró en La Rosaleda, hoy el Estadio de Lusail malaguita, un 1-0 muy trabajado, muy celebrado, muy terapéutico. Un triunfo que se traduce en un inmenso respiro, dejando a dos puntos la salvación antes de despedir el año 2022. Esta historia de tragedia y sufrimiento continuará en unos días... pero cuánta falta hacía despedirse así, con una vida extra.
Quedó claro una cosa, un día más. El fútbol siempre es mejor con
Aleix Febas en el campo. El Málaga tiene ahí a un jugador al que la Segunda se le queda corta. A través de su talento para flotar en conducción, los blanquiazules se acercaron a la alegría en la primera jugada del partido (Chavarría) y antes de llegar al minuto 20, con un remate bajo de Rubén Castro tras un pase atrás de Chavarría, que salió enchufado: tiene que ayudar mucho eso de jugar justo después de que tu país sea campeón del mundo.
El Alavés es un hueso duro.
Yáñez iba a tener trabajo, eso lo sabían todos los presentes, sobre todo con la dinamita que el equipo vasco tiene arriba.
Xeber Alkain es ese tipo extremo que le vendría bien al Málaga. En la banda izquierda, el lateral Tenaglia envolvió un balón con papel de regalo para que Toni Moya no supiera abrirlo y lo mandara a las nubes. Calma tensa en la zaga.
Un disparo de
Jozabed -que jugó un partido de notable alto- y un par de intentos a balón parado no fueron suficientes para convertir y el juego marchó al descanso con la sensación de que se estaba yendo por el buen camino, el de la valentía.
Abde Rebbach volcó los corazones malaguistas nada más salir de vestuarios con un mano a mano que ganó Yáñez. Pero era la euforia lo que esperaba a la vuelta de la esquina. Qué jugadón de
Fran Villalba, jugón cuando quiere: encaró, ganó metros en línea de fondo y la sirvió tensa para que llegara como un torbellino el argentino extramotivado, el guerrero natural de Las Perdices, un Pablo Chavarría que remató en boca de gol
(1-0, minuto 51).
Lo celebró con su compatriota Esteban Burgos agarrando una remera blanquiceleste de
Argentina y con el gesto de Riquelme copiado por Messi, el famoso Topo Gigio. Issa Fomba y Loren volvieron a ser los cambios de Mel para buscar el segundo. Habiendo aprendido la lección en Ibiza, donde el esmero por defender el 1-0 terminó acabando en gol contrario. La osadía se premia. Chavarría se marchó ovacionado y con razón por su regreso a la importancia.
También agitó el árbol Luis García para evitar la cuarta derrota seguida del Alavés. La seguridad del portero malaguista está siendo diferencial. Yáñez protege su portería con mucha confianza, también Escassi y Burgos. Con Ramalho en lugar de Juanfran también se gana en tranquilidad. Así, este equipo se marcha a Navidad con una derrota en los últimos siete partidos.
Hubo al final una tangana con Pepe Mel expulsado, fruto de la tensión palpable, pero con final feliz por tres puntos vitamínicos.