Más de 2
.103 alumnos y alumnas de 30 colegios de Málaga han recibido 73 charlas y talleres de la ‘Brigada Antiacoso’. El acoso escolar es un problema que
se está cronificando. Según una encuesta realizada a 200 estudiantes en estos centros educativo el
“80 por ciento de los menores” asegura haber sufrido acoso o haberlo visto en su entorno, “eso nos ha hecho determinar que
la situación de normalización del acoso es una realidad”, ha explicado Marta González, responsable del proyecto y presidenta de la asociación Ada Lovelace.
Están “preocupados”. “Cuando empezábamos eran casos esporádicos y actualmente se está normalizando”, ha lamentado González antes de la entrega de diplomas, en el CEPR San José de Calasanz, al alumnado que ha partido.
¿Qué está pasando?
Desde la ‘Brigada Antiacoso’ apuntan a las “muchas horas” que los menores
pasan en redes sociales y con un dispositivo electrónico “a solas”. El 47 por ciento de los niños y niñas dice que sus familias “no controlan” lo que hacen en internet. La responsable cuenta que cuando el menor se sumerge en ese mundo tecnológico “
le cuesta mucho discernir lo que está bien y lo que está mal”, dando lugar a conductas en las que
buscan “hacerse virales o tener un impacto de ‘influencer’ sin saber medir la repercusión de sus actos”. El proyecto, realizado por las asociaciones Ada Lovelace e Infania, trabaja con los menores la
prevención y cómo intervenir ante un caso de acoso escolar en los centros educativos. El objetivo es que los pequeños “
sean conscientes del daño que puedan hacer y no normalicen esas conductas”.
Un trabajo en el que también
se ha implicado el profesorado. 198 maestros y maestras “cada vez más concienciados”. Aunque, ha advertido González, que “hay que poner el foco” en que los profesionales tienen “poco tiempo para dedicarle a esta tarea, y que son muchísimos niños”.
Las familias tampoco han faltado. A las charlas han acudido 284 padres, madres y tutores, algo que “antiguamente no pasaba”.
¿Consejo a las familias?
La responsable ha mantenido que en el momento en el que un hijo o hija tiene acceso a un dispositivo electrónico, los padres “
tenemos que estar alerta de todo lo que nuestros hijos hacen ahí”. Y ha puesto un ejemplo: “De la misma forma que yo le digo a mi hijo que no cruce la carretera sin mirar, también tengo que
darle pautas para que sepa qué tiene que hacer y qué no en el móvil; y, sobre todo, que
sepan pedir ayuda, la mayoría no la pide, porque
tienen miedo a las consecuencias, que le quiten el móvil o le castiguen”.
Alumnado, profesorado y familias han conocido de cerca este sistema, que “no es un botón de denuncia, sino de asesoramiento, para que sepan a dónde ir, sepan prevenirlo y mediar en conflictos”.