Han pasado casi veinte años del desalojo del Palacio de Buenavista, su anterior sede, en el año 1997, pero ayer el Palacio de la Aduana lucía ya en sus entrañas esta transformación museística. La sección de Bellas Artes capta la atención del visitante con el emblemático boceto de Ferrándiz acerca de la Alegoría de Málaga, cuya pintura cenital preside los cielos del Teatro Cervantes.
Las grandes joyas de la colección de Bellas Artes y Arqueología ya están colocadas en su sitio en el Museo, es decir, en torno a unas 600 obras de arte y alrededor de 2.000 piezas arqueológicas. Todo un goce y un placer para los sentidos este recorrido museográfico que se complementa con la visita a los fondos que se han instalado en el denominado almacén visitable y que permitirá analizar el acervo histórico-artístico del Museo de Málaga en su conjunto.
El barroco también aparece reflejado a través del célebre escultor Pedro de Mena, del que se exponen dos de sus famosas esculturas del siglo XVII, ‘Dolorosa’, talla de madera policromada, y ‘Ecce Homo’, busto que representa a un Cristo vejado y azotado.
Los grandes maestros de la pintura malagueña del XIX son grandes protagonistas del discurso expositivo de Bellas Artes, con piezas como ‘Anatomía del corazón’, de Enrique Simonet; ‘Ecos de Roncesvalles’, de Muñoz Degrain, y ‘La meta sudante’, de Moreno Carbonero.
El siglo XX malagueño también alberga un espacio muy relevante en la museografía del Museo de Málaga. El Colectivo Palmo acapara gran protagonismo con la exhibición de obras de Manuel Barbadillo, José Seguí, Juan F. Béjar, Dámaso Ruano, entre otros.