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Málaga

Goyo Jiménez: "El humorista no puede criticar para destruir"

El exitoso humor de Goyo Jiménez se sube a las tablas del Alameda con su espectáculo 'By The Way', una especie de memorias contadas mientras aún "tiene memoria"

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  • Goyo Jiménez
  • "El pueblo es muy poco exigente para la política"
  • "Me vino muy bien estudiar Derecho"
  • "Hay que mejorar el sistema de partidos que tenemos"

Es la enésima vez que viene a Málaga, como él mismo dice, y siempre cuelga el cartel de entradas agotadas, lo que reconforta a Goyo Jiménez (Melilla, 1970), porque “da la sensación de que estoy haciendo bien las cosas”. Hasta este sábado desatará las carcajadas del público en el Teatro Alameda con su nuevo espectáculo By The Way, un repaso a su vida y a su carrera sobre los escenarios; como una especie de memorias contadas mientras aún “tiene memoria”, asegura con agudeza. Aparte de las risas, el monologuista está muy comprometido con el mundo que le ha tocado vivir y con los tiempos que corren considera que los humoristas son un “bálsamo” para la gente.

Su nuevo espectáculo ‘By The Way’ es el homenaje a casi treinta años al pie del cañón y enfundado en multitud de personajes.
–Esa es la idea, hablar de mí. Quería hacer un recopilatorio pero me fui dando cuenta que había cosas que no había contado; así que es un recopilatorio desarrollado. Como estos grupos que reúnen temas que no tenían cabida en discos y deciden juntarlos con la idea de repasar su vida. Lo digo en el espectáculo: “como mi vida es un fracaso eso hace que la gente se sienta mejor”. Claro, me ven y dicen “podía haber sido peor, podía haber acabado como él” (risas).

Entonces es como una especie de memorias. ¿No da miedo que le llamen abuelete por contar su vida?
–(Risas). Creo que las memorias hay que hacerlas cuando uno tiene memoria, porque si no, uno habla de lo que le conviene.

Su éxito no es sólo en los escenarios, también en las redes sociales. Cuenta con casi 450.000 seguidores en Twitter. ¿Qué valor da a esta nueva forma de comunicación?
–Además de ser una herramienta de comunicación que te permite abordar contenidos, tienes el contacto directo con quienes te siguen. Tienes el retorno directo y la opinión de los seguidores. Es una manera de obtener una respuesta directa sobre lo que haces.

Es usted el ejemplo de que el humor mueve masas.
–Y ahora mucho más con los tiempos que corren y lo que está cayendo. Como no te lo tomes con un tono distendido acabas mal.
Sin embargo, los gobiernos no tienen en cuenta a los humoristas. ¿Por qué?
–Si un humorista es malo y es famoso eso es porque el público lo quiere. Es culpa del público. Digo lo mismo de los políticos;están ahí porque les hemos puesto nosotros. El pueblo es muy poco exigente para la política. Aquí se pueden decir barbaridades, se pueden decir mentiras en sede parlamentaria, se pueden hacer canalladas, se puede ser sospechoso de algo y aquí nadie dimite ni pasa nada.

Los españoles, entonces, ¿tienen lo que se merecen?
–En parte sí. Tenemos lo que nos merecemos por un total. Evidentemente cada uno puede decir “yo no he votado a ese”. Tampoco es que el otro sea muy diferente. Está por ver cómo son los que vienen; da la sensación de que es exactamente lo mismo.

Entrando en situación, ¿cómo empezaría usted un monólogo sobre esta etapa preelectoral después de unos comicios recientes?
–Ya lo he hecho. Empezaba jurando ser el único en España que decía la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad; creo que es lo que nos salvaría.

¿Se siente satisfecho de poder decir lo que quiere y encima hacer reír al público?
–Más que satisfecho. Sería un egoísta y un profundo idiota si no me diese cuenta de lo afortunado que soy por todo lo que tengo con la cantidad de gente que lo está pasando mal. Es más, creo que es mi responsabilidad entender que mi situación es muy buena y debo ayudar a quien no está en tan buena situación; es lo que toca. La vida me ha dado mucho y tengo que devolver. Lo que cuento lo hago, es mi lema. He creado una fundación para intentar poner mi granito de arena en este sentido y hago todo lo que puedo. Tampoco uno puede llegar a todo, pero es importante tener esa sensibilidad.

Los humoristas sois ahora como los sacerdotes de antes. La gente acude a vosotros para curar el alma.
–Somos un bálsamo en estos momentos. El alma no se va a curar escuchando chistes, lo tengo muy claro. Creo que hay que vivir con una ética responsable; hacer lo que quieras que te hagan. Si fuésemos un poco así las cosas irían mejor. En todo esto tiene que haber cierto optimismo, es la responsabilidad del humorista. No puedes criticar para destruir; hay que crear esa cierta sensación de que esto tiene una salida, porque si no, lo que haces es ahondar más en la llaga.

Si hubiera que poner nombre a su tipo de humor, ¿cuál sería?
–Me gusta hacer humor sobre la gente. Conozco a mucha gente conocida y son igual de gente que nosotros. Creo que las fórmulas que sabemos que no funcionan hay que evitarlas. Un error de este país y de esta sociedad es que volvemos a repetir las fórmulas que sabemos que no funcionan. Para salir del paro, de la crisis, de la falta de reparto de la riqueza harían falta soluciones imaginativas, que aporten ideas nuevas. Y en general es lo que me pasa para construir monólogos. En cada uno que hago intento no repetir el chiste anterior o no hacer lo que otros. Otra cosa es que me salga. Se puede hacer humor sobre la nada, se puede construir una realidad en el escenario.

¿Piensa que la clase política está por la labor?
–Lo que está claro es que lo que no funciona es el sistema de partidos que tenemos. Hay que mejorarlo y corregirlo porque no funciona, no dinamitarlo. Pero si lo que vamos a hacer es quítate tú para ponerme yo, estamos igual. Dentro de unos años volveremos a quejarnos. Lo que aquí pasa es que estamos condenados a entendernos. Está el ejemplo de Ruanda, que después del tremendo genocidio han tenido que convivir. En este país, cada cierto tiempo, tiene que enfrentarse. Hay un cuadro de Goya que nos representa perfectamente: dos tíos enterrados hasta las rodillas dándose garrotazos. Es la necesidad de nuestro país, estar enfrentados.

¿Y cómo un abogado se hace monologuista?
–Siempre he dicho que es una carrera calma padres. Me vino muy bien estudiar Derecho, porque me ha permitido luego entender la sociedad mejor.

Su espectáculo se llama ‘By The Way’ y no ‘Ya de paso’.  ¿Por qué esa obsesión por lo americano?
–(Risas). Es más abierta la expresión inglesa y porque precisamente me da pie a bromear sobre el exceso de anglicismos en la sociedad. La cultura audiovisual viene de Norteamérica. De la misma manera que nosotros hablamos castellano porque proviene del latín ahora nos han americanizado. Yo puedo hablar de las películas americanas con un colombiano o un chino, porque son las mismas. Nos han homogeneizado, es una globalización americana. Todo pasa por el aro de Hollywood.

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