Ronda

David Delfín o la mirada audaz de la moda

Con gran capacidad para absorber referencias y estéticas urbanas, David Delfín siempre sorprendía en la pasarela madrileña

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Emocional, valiente y luchador infatigable, David Delfín, la mirada más audaz e intensa de la moda española, ha fallecido esta noche en Madrid, a los 46 años, tras una larga batalla contra el cáncer, que le fue diagnosticado en enero de 2016.

Con gran capacidad para absorber referencias y estéticas urbanas, David Delfín siempre sorprendía en la pasarela madrileña, un escenario en el que mostraba su mundo interior, sus gustos, sus sentimientos, sus pasiones y también sus debilidades y tristezas.

Este malagueño no se escondía, era visceral, se mostraba a cara descubierta y así, a través de su costura, de sus creaciones se vaciaba, sacaba lo que llevaba dentro. "Todo lo que me ha tocado en la vida acaba en mis diseños", decía en su última entrevista a EFE, cuando le otorgaron el Premio Nacional de Diseño de Moda 2016.

Risueño y dicharachero, con ese gracejo andaluz que llevaba a gala, David Delfín cada temporada explicaba al detalle su trabajo con tanta pasión que incluso sus palabras se atropellaban.

"Cada proyecto te guía; es un reto nuevo con un montón de pautas a vencer, lo que me lleva siempre a preguntarme, '¿Qué puedo aportar a esta estética?'", decía.

Durante su último trabajo, "Mentiras", el diseñador se convirtió en un hincha de fútbol para expresar su "fervor" por la moda española: "Es un intento simbólico de trasferir el interés, la defensa y el orgullo a la moda española", decía este gran defensor del producto nacional.

Poseedor de uno de los lenguajes más genuinos y reconocibles de la pasarela española, David Delfín concebía la moda como un "soporte polifacético, que se contamina de todo", y como un campo de creación influenciado por otras disciplinas.

"Prefiero añadir, por eso elegí diseñar, es un soporte perfecto para aunar todas las artes", explicaba quien consideraba que "hay un cordón umbilical invisible que las une: el sentido de la creatividad".

A pesar de su imagen de rebelde y también de transgresor, David Delfín, nacido en Ronda en 1970, era pura emoción, sentimiento y pasión. "Sí, puedo mostrar una cara transgresora y luego me gusta Rocío Jurado o Raphael", bromeaba el diseñador, quien siempre quiso "generar sorpresa".

Debutó en la Pasarela Cibeles en 2002 con la colección "Cour des miracles", inspirada en las películas "Viridiana" y "Belle de Jour", de Luis Buñuel, y su puesta en escena recordaba a "Los amantes encapuchados", de Magritte.

Un trabajo "traumático" que suscitó una gran polémica porque puso a pasear a modelos encapuchadas y con sogas al cuello. Para unos, una provocación que invitaba a salir de la pasarela; para otros, pura vanguardia.

Desde ese momento, David Delfín entró a formar parte de la historia de la moda de España, sedujo con su trabajo y carisma y en la siguiente edición de la pasarela madrileña introdujo un aire fresco que le hizo merecedor del premio a la mejor colección de un joven diseñador.

Con los ojos siempre abiertos, este generoso creador decía que "sin equivocación no hay crecimiento" y que "arriesgar es la única manera de crecer".

Autodidacta, Delfín llegó a la moda a través de la pintura, se enorgullecía de ser un diseñador "conceptual" al que lo único que le interesaba era crear moda llena de contenidos.

Con la curiosidad de un niño, David Delfín se movió en distintas aguas artísticas, diversificó su campo creativo hacia nuevas líneas de negocio y entró en territorios creativos como el cine, el vídeo, las artes plásticas o la creación de vestuario para la danza.

"Cada proyecto te guía, es un reto nuevo con un montón de pautas a vencer, ¿Qué puedo aportar a esta estética?", se preguntaba constantemente.

Elogiado por la prensa especializada, el creador de la firma homónima David Delfin siempre quiso sumar, detestaba que le encasillaran en una sola disciplina, una filosofía que compartió con Bimba Bosé, su amiga y socia a la que ahora se une, dos almas que seguramente seguirán creando. Aquí ya se le echa de menos.

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